En lo que ya se ha vuelto una rutina casi cotidiana, un último informe de la Contraloría General de República ha puesto al descubierto una serie de irregularidades en la ejecución de una obra que viene ejecutando el gobierno regional de Ancash con una inversión de S/15’111,261.71. Se trata de la obra de mejoramiento de los servicios de transitabilidad (pistas y veredas) que se lleva a cabo en la II Etapa de la urbanización Casuarinas de Nuevo Chimbote.
Conforme lo han establecido los peritos del órgano de control del Estado, el expediente técnico de la mencionada obra ha sido aprobado por el gobierno regional pasando por alto un requisito fundamental, como es el hecho de no haberse realizado previamente el estudio de mercado para la adquisición de los insumos y equipos. Solo por este concepto, existiría un perjuicio económico de S/347,766.99.
Otra de las observaciones se refiere a los reductores de velocidad, también conocidos como rompemuelles, cuya altura, según se ha precisado, está muy encima de lo establecido por el reglamento nacional de construcciones. A ello se suma el hecho de no haberse precisado en el expediente la ubicación del lugar donde se va a depositar el desmonte y material excedente, situación que puede prestarse a muchas controversias dentro de la propia comunidad además de afectar el medio ambiente.
Del mismo modo, la inconsistencia o desbalance que se ha detectado en otras partidas del presupuesto, representa un incremento adicional de S/292,244.23, con lo que el daño económico en agravio del estado se estaría elevando a la suma de S/640,011.22
Pero conjuntamente con el descubrimiento de estas irregularidades, desde ya inaceptables, el informe de Contraloría ha vuelto a poner en el tapete el polémico tema de definir cuál es exactamente la misión del gobierno regional de Ancash. De acuerdo con su ley de creación, los gobiernos regionales han sido creados para promover y ejecutar proyectos de desarrollo económico y social. Es decir, proyectos como la ejecución de Chinecas o la modernización del terminal portuario, que van a dinamizar la economía regional y van a crear nuevas fuentes de trabajo, elevando con ello el nivel de vida de la población y el producto bruto interno.
A partir de esta conceptualización, la prioridad de un gobierno regional no tiene porque ser la ejecución de obras de desarrollo urbano o vecinal, por muy indispensables que éstas pudieran ser, ya que para eso existen las municipalidades provinciales y distritales. Cada municipio cuenta además con un departamento de estudios y proyectos, donde se identifican y priorizan las obras de acuerdo con la realidad local.
Que el gobierno regional de Ancash pretenda hacer las veces de un municipio regional solo puede significar dos cosas. Primero, que está usurpando una labor que no le corresponde y, segundo, que ha perdido por completo la óptica de su verdadera razón de ser.
Para muestra podemos citar el caso de la reconstrucción de la avenida Pardo, obra que debió ser ejecutada por la municipalidad provincial del Santa pero que, por insistencia, terminó siendo asumida por el gobierno regional de Ancash. Iniciada en el 2011 con un presupuesto de 38 millones de soles, la obra debió ejecutarse en tan solo diez meses. Sin embargo la gestión de César Álvarez Aguilar tardó cuatro años en concluirla, todo ello a pesar incrementar el presupuesto a 42 millones de soles y haberse “olvidado” no solo de instalar el alumbrado eléctrico sino también de construir las “piscinas” que tanto ofreció. Lo sucedido con el coliseo cerrado Gran Chavín, con 30 millones de soles tirados al agua, es algo que ya es ofensivo traer a la memoria.
Desde su creación hace ya más de treinta años, hasta hoy el gobierno regional de Ancash no ha sido capaz de ejecutar una sola obra de impacto ni un solo proyecto de desarrollo regional. Por donde quiera que se le mire, todo recuento de su labor está plagado de promesas incumplidas y escándalos de corrupción. Y todo indica que en los nueve meses que aún le restan a la actual gestión, poco o nada se hará para cambiar esta triste realidad. Mientras el gobierno regional no recupere su razón de ser y siga insistiendo en hacer las veces de una municipalidad regional, va a faltar papel para escribir cosas como las que acabamos de comentar.