Por: SERGIO AGURTO FERNANDEZ (*)
Desde que el Sr. Pedro Castillo asumió la Presidencia de la República, en estos ocho meses de gestión (A Marzo 2022), se perdieron en el sector público, millones de horas hombre, por el carácter distractivo (confrontación ejecutivo legislativo)) que le dieron a la política, estos dos importantes poderes del Estado: Ejecutivo y Legislativo, polarizando a la población en sus dos vertientes: derecha e izquierda, propiciando con ello la brusca paralización de las actividades comerciales en el centro histórico de la capital, que es el rostro visible de la economía del país.
En tal coyuntura, con un mínimo o nula rotación de los inventarios de los almacenes comerciales y la consecuente merma en las obligaciones tributarias en perjuicio del Estado, ha dado lugar a la pérdida de miles de puestos de trabajo en el sector privado, con lo que se ha inflado el pasivo corriente de las empresas, por el sobrecosto financiero, debido a la incapacidad de cumplir con el pago de las acreencias bancarias.
A quienes tienen el privilegio de percibir un sueldo del Estado y tienen la mesa servida, les importa poco el caos que a diario se genera en las ciudades, por las marchas de los desfavorecidos de la diosa fortuna, y sin ningún remordimiento voltean la página de una historia escrita, tal vez con sudor y lágrimas, por quienes reclaman la reivindicación de sus derechos. De ahí la poca empatía con el ciudadano común, a quien tienen la obligación de servir.
Para los congresistas, por ejemplo, siempre habrá temas que les quitarán el sueño, porque también desde hace ocho meses, están que le buscan “los cinco pies al gato” (gobierno), y con el pretexto de ejercer control político, hacen gala de una increíble pérdida de tiempo en perjuicio de la nación. Desde el momento en que una persona hipoteca su tiempo a cambio de un salario, esa hora hombre tiene un valor monetario en el costo del servicio que se brinda, por lo tanto, se tiene que ser bastante desvergonzado, para que, pese al tiempo perdido y que desentona con su obligación, y sin saber cómo está de liquidez la caja fiscal, se pretenda exigir el pago puntual de la remuneración. Haber qué tal si para comprobar si realmente existe un “costo beneficio” de la labor parlamentaria, se categorizarán según su importancia, dándole un valor monetario a todos los proyectos de ley admitidos a debate, ante tan poca producción legislativa, es posible que más de la mitad de los congresistas se quedarían sin sueldo.
En el país hay mucho por hacer en los diversos aspectos de la vida nacional, y todo esto necesariamente pasa por el Congreso de la República; el Ejecutivo sólo es el órgano ejecutor de las medidas que ahí se aprueban. Cualquier iniciativa legislativa que provenga del Ejecutivo, según como estén las relaciones entre ambos poderes del Estado, pueden o no pasar los filtros que siempre estarán super activados para acogerlos o desestimarlos.
Para los congresistas es mucho mas importante, aparte de participar en las comisiones dictaminadoras, conformar comisiones investigadoras por cualquier insensatez que se les ocurra, salvo cuando se trata de actos de corrupción que involucran a los altos funcionarios del gobierno. Estas investigaciones muchas veces interfieren las competencias del Ministerio Público; las comisiones aparte de ocasionar gastos innecesarios al Estado, sus informes casi siempre terminan en el archivo, o sea dinero perdido, sin que nadie responda por ello. El ser miembro de una comisión investigadora, aparte de resaltar su figura que alimenta su ego personal, les resta tiempo para el desempeño de sus otras tareas congresales, y muchos de ellos hasta tarjetas personales se mandan hacer, para presumir de su nuevo “entretenimiento”. Vanidades de la vida.
Muchos ciudadanos que no tenemos ambiciones políticas y con la objetividad que nos conducimos, reclamamos que todos los congresistas deben tener formación universitaria, para que, con sus propuestas inteligentes puedan contribuir con la buena marcha del país; quienes se despreocuparon y no se esmeraron académicamente, su destino laboral estará fuera del Congreso. Claro, algunos congresistas piensan en voz alta y sin ningún rubor expresan su disconformidad con el sueldo que perciben; mucho o poco, pero ellos sabían cuánto iban a ganar y demás está lamentarse ahora. Entonces para “sacrificarse” desempeñando tan alto cargo y por tan “poco sueldo”, tenemos que intuir que las motivaciones son otras.
A nuestro entender, en el Congreso se deben de formar comisiones de trabajo integrado por profesionales con la misma línea de carrera, para que, desde esta misma óptica, puedan examinar con solvencia las interioridades del aparato estatal, para proponer soluciones que apunten a mejorar los procedimientos administrativos, eliminando los hasta ahora engorrosos “cuellos de botella”, pero sobre todo planteando medidas innovadoras, que conviertan al Estado en un ente moderno y eficiente.
En el tema del segundo intento de vacancia presidencial, fueron ocho meses de tiempo perdido que mantuvo en zozobra a la población, desestabilizando a los agentes económicos, por la inseguridad jurídica que ello implicaba. Por fortuna la tormenta ya pasó, pero con la terquedad que nos caracteriza nos preguntamos ¿habrá nuevos intentos de vacancia? Seguro que sí.
Respetemos escrupulosamente que los quinquenios de gobierno se cumplan con normalidad: dejemos de ser el hazmerreir de la comunidad internacional, porque todas las reacciones hepáticas de la clase política, son seguidos con interés en el exterior, y lo más probable es que nos tomen como un experimento de laboratorio en las charlas académicas.
Decíamos anteriormente, que se debe de crear la figura legal de la “suspensión presidencial”, para sancionar al presidente las veces que sea necesario, y para suplirlo tenemos dos vice presidentes, aunque ahora solo haya una.
Si el Congreso detectara la toma de rumbos equivocados por parte del Ejecutivo, está dentro de sus atribuciones disponer los correctivos que corresponda, porque en nuestro ordenamiento jurídico, no hay ninguna norma legal de mayor jerarquía que una ley aprobada por el Congreso de la República. Entonces, adiós vacancia.
(*) CPC N° 06-340
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