Por: Miguel Rodríguez Liñán (*)
Carta de Gilbert du Boncoin a René Dufaure de Montmirail (suite)
Foceano de Focea, focídeo de Fócida, foca, phocidae. Del latín fhoca, surgido del griego antiguo φώκη, phôkê… Prosigamos, querido René, y ahora que ya sabes el origen de la palabra, especifiquemos.
Foca: mamífero pinípedo de aguas frías, de la familia de los focídeos.
Foca: mamífero carnívoro marino de cuerpo fusiforme, dotado de miembros inferiores bastante cortos, transformados en aletas natatorias, y de miembros superiores que también pueden plegarse sobre el vientre, y que igualmente cumplen función de aletas. Existen muchas especies, René, entre otras la foca común.
La foca común macho tiene una talla promedio de un metro y cincuentaicinco centímetros, y pesa aproximadamente noventa kilogramos.
La foca hembra tiene una talla promedio de un metro y cuarentaicinco centímetros, y pesa aproximadamente setenta kilovatios.
Foceano: adjetivo masculino singular, relativo a Focea, antigua ciudad de Asia Menor, o relativo a Marsella (fundada por una colonia griega foceana).
Focea es un antigua ciudad griega de Jonia en la costa del mar Egeo, en el golfo de Esmirna.
Foceano: derivado de Focea, mejor dicho « la ciudad de las focas », ciudad de Jonia de donde partieron los marinos, célebres navegantes, para fundar Marsella.
Luego se suscita una confusión entre historiadores y eruditos, se confunde Fócida en Grecia con Focea en Asia Menor, y viceversa, ya verás el porqué, es por la profusión de focas ya sea en una u otra ciudad. En cualquier caso, la foca debe ser el animal emblemático de Marsella.
Fócida: latín Phocidis. El historiador Claude François Daunou, en su libro Cours d’études historiques, tome dixeptième, Historie romaine V, Firmin Didot Frères, Librairies, Paris, 1847, da su sapiente testimonio, pero te lo reservo.
Un detalle. La definición de la palabra fusiforme, que quiere decir en forma de fuso o mejor dicho huso.
Huso: instrumento de hilar: un palito envuelto con hilo de lana en forma de foca, que sirve para unir y retorce dos o más hilos (latín fusus).
Huso: instrumento manual, generalmente de madera, de forma redondeada y alargada (foca), más largo que grueso (idem), que va adelgazándose desde el medio hacia los dos puntos, y sirve para hilar torciendo la hebra y devanando en él lo hilado.
Ya concluído el aperitivo –cacahuetes, papitas fritas, aceitunitas verdes, pastís, martini, dulces licores diversos, como lo genciana, que estimula el apetito y promueve la digestión–pasamos al plato principal… No serán las tripas a la marsellesa, no será la bouillabaisse con su pescados de roca, con su mayonesa color óxido, no será el cuz cuz con pollo y cordero que tanto te gusta, no serán los pieds et paquets, platillo que siempre me fascinó, a base de tripa y patas de cordero, fue el primero que probé al llegar a estos lares, no será el aïoli con su bacalao, con sus caracoles, con sus legumbres, con su mayonesa al ajo, ni la bourride, a base de pescados y mariscos, ni la poutargue, a base de hueveras de pescado, sino un plato muy especial…
El escritor y explorador Jean-Baptiste Charcot, relata lo siguiente en su libro El mar de Groenlandia, 1928, édition Librairie de l’œuvre Saint-Charles à Bruges (reeditado en 1938 en Brujas, Bélgica)… « Cuando por fin regresamos a Francia, frente a una buena y humeante choucroutte (repollo finamente cortado cocido con vino blanco, jamón de bajo pernil, salchichas de Frankfurt, tocino, mostaza), nos olvidamos ipso facto de todos los terribles platos a base de foca, y olvidamos especialmente el inolvidable budín (pudding) de grasa de foca relleno con arándanos, frutillas color violeta también llamadas moras azules, ácidas y azucaradas al máximo… Cuando por fin regresamos a Francia, frente a una costilla de buey asada en lecho de brasas, con sal y pimienta como únicos condimentos, olvidamos, bueno, olvidar es una manera de decirlo, olvidamos pues el terrible kiviak, un plato tradicional de Groenlandia a base de pingüinos fermentados en piel de foca, que los autóctonos tragan con deleite. Se introducen varios pingüinos enteros, con todo, con pico, patas y pelaje, en la piel de una foca vaciada de carne y vísceras. Se elimina el máximo de aire. Se cose la piel de la foca con hilo grueso. Se coloca una piedra encima para sacar el aire restante. Enseguida, los pingüinos fermentan durante siete meses y son consumidos en invierno, o en grandes ocasiones como los cumpleaños y los matrimonios. Se cortan lonjas de tres centímetros de espesor con filudos cuchillos muy largos, semejantes a espadas, especiales para esos menesteres. Es delicioso. Mejor dicho se vuelve delicioso con la costumbre, pues yo la primera vez vomité.
Ahora, para satisfacer tu permanente curiosidad acerca de los orígenes de Marsella, te transcribo lo que refiere Pierre Claude François: « Ya les conté lo que se dice de la fundación de Marsella por los foceanos. Pero este nombre equívoco dio lugar, incluso en los libros antiguos, a un error que es necesario disipar. Cuando Séneca y Aulo Gelio dicen que los griegos partieron de Fócida para llegar hasta Marsella… « Phocide relicta, Grali qui nunc Massiliam colunt, qui ab Harpalo regis Cyri praefecto externa Phocide fugati sun… Massiliam condierunt »… Se creería que los marinos griegos parten de la región donde se encuentra el Monte Parnaso y el Templo de Delfos. Por el contrario, si tienes en cuenta el comentario de Aristóteles, la colonia griega venía de Focea, ciudad de Jonia en el Asia Menor, fundada por los marinos griegos provenientes de Fócida. Esta opinión debió prevalecer entre los romanos, porque Aristóteles es un escritor más antiguo y más exacto. Muchos historiadores notaron el error de los autores latinos… « Error communis latinorum scriptorum Phocenses, qui Phocaeenses erant, appellantium. Phocaeenses ab urbe Asiae Phocae condiderunt Massiliam; non Phocenses a Phocide regione circa Parnasum » El mismo Larcher dice: los focidianos eran originarios del pueblo de Fócida; los foceanos, los habitantes de Focea en Jonia, y después en Marsella. »
Fócida es una región de Grecia central al oeste de Beocia. Los marselleses bien pueden llamarse las focas o los foquenses ja ja ja mon cher René, te estoy explicando el porqué. Precisamente. Fócida en Grecia deriva su nombre de la inconmensurable cantidad de focas que poblaban el golfo de Corinto, hermosos animales hoy desaparecidos en esa región. Acuérdate, René. Una vez hablamos de la inmortalidad y yo te dije que los animales son inmortales, para prueba, las divinas focas de hoy y de siempre… Las sirenas de la Odisea son, en realidad, terribles pájaros con aguzadas zarpas, y con cabeza de mujer, que todo destrozan. A mi entender, Homero también se refiere a las hermosas focas que retozaban en los mares como morenas mujeres desnudas, pletóricas de carnes e la imaginación de los marinos, siempre ávidos de mujer debido a la abstinencia en las travesías… Ahora bien, volviendo al football, te cuento que en Grecia era practicado con manos y pies en la heroica Esparta, también en Atenas, manos, cuerpo, pies, un balón hecho con vejiga de vaca repleto de paja, los arcos, como después los herederos romanos con su pila pagánica, la pila trigonallis (ancestro del calcio florentino) y el juego propiamente dicho, fascinante y brutal como la guerra, llamado harpastum… En esta práctica deportiva, se oponen dos equipos en terreno cuadrangular. Se trata de llevar la pelota al campo adverso y más allá de los límites del campo adverso, hasta el arco. Voilà. El harpastum es el ancestro directo del rugby y del football, querido René. Es la invención del gol. Allez l’OM ! Droit au but ! Toutes mes félicitations !
(*) Escritor y poeta radicado en Francia