Por: CPC SERGIO AGURTO FERNANDEZ
La educación en el Perú, ha experimentado una serie de metamorfosis, en toda su vida republicana, sin diseñarse hasta ahora el currículo ideal, cuya actualización debe incluir temas de actualidad, vinculados a la ciencia y a la tecnología, para los alumnos del nivel secundario, como una forma de despertar en ellos, el interés por estas disciplinas, y a temprana edad, opcionalmente, puedan incursionar en el fascinante mundo empresarial, convirtiendo al Perú en un país de emprendedores. Ojito, de los miles de alumnos que anualmente egresan de la secundaria, no todos logran seguir estudios superiores, con la frustración de no saber cómo enfrentar a un destino incierto, por lo tanto, la atención del Estado también debe centrarse en ellos.
No siempre ser un profesional universitario es garantía para lograr éxitos laborales, entendiendo que el mercado laboral está saturado de personal con este nivel académico, aun cuando se tenga bajo la manga maestrías y doctorados, o adicionalmente se complemente con el dominio de un idioma extranjero. En toda competencia meritocrática, pocos son los afortunados que logran su objetivo, ¿Y los demás?, quedarán rezagados por lo limitado de ofertas en el mercado laboral.
Hasta finales de los años 60, la educación primaria y secundaria se estudiaba en horario partido, mañana y tarde, que luego fue eliminado por el gobierno militar del General Juan Velasco (1968-1975), para después implementarse un solo turno, con el argumento de existir una sobrepoblación estudiantil, imposible de ser albergados en una limitada infraestructura física de entonces. En esa coyuntura política, la verticalidad de las decisiones se imponían, sin plantearse discusiones entre las partes involucradas en el tema, porque atentaba contra el nivel académico de los alumnos; es que en un gobierno militar toda disposición se cumple “sin duda ni murmuraciones”.
La educación secundaria de aquellos años se impartía en tres modalidades: Común, Comercial e Industrial, con especialidades para varones y para mujeres; 1) En la Secundaria Común, los cursos eran de cultura general en ciencias y en letras, sin incidencia para el campo laboral, por lo que necesariamente se tenía que seguir estudios superiores o en institutos o en universidades; 2) Secundaria Comercial, los cursos en materia contable, eran idénticos a los que se dicta en la universidad, por lo que al término de los estudios, previo “examen de grado”, se optaba el título de Contador Mercantil, los primeros títulos los expedía el Ministerio de Educación con la firma del Ministro, que en verdad era todo un lujo; después este trámite para la expedición de títulos, se descentralizó a nivel de UGEL y luego a nivel de director de colegio. El Contador Mercantil registraba su título en la entonces Dirección General de Contribuciones, hoy Sunat, donde se le otorgaba un carnet con un número de registro que lo identificaba como tal, con lo que estaba expedito para abrir un estudio contable.; y 3) Secundaria Industrial, había especialidades para varones: torneros, electricistas, carpinteros, etc. Y para mujeres: industria del vestido, repostería, cosmetología.
Como se ve, la educación secundaria estaba orientada a lo que antes se llamaba “educación para el trabajo”, donde casi todos los egresados de la educación secundaria técnica: comercial e industrial, sino seguían estudios superiores, tenían asegurado una ocupación laboral, creando su propio empleo a través de un emprendimiento. Todo esto se vino abajo por un exceso de populismo del régimen militar, pero aplaudido por gente de la izquierda que conformaban el meollo de las decisiones políticas, con el predominio de los sociólogos que estaban en su mejor momento, tal como ahora lo están los profesores.
Vale recordar, por aquel entonces escaseaban los sociólogos para hacerse cargo de las funciones más importantes en el gobierno, entre ellas la de SINAMOS (Sistema Nacional de Movilización Social), que era la “dueña” de todos los pueblos jóvenes del Perú, que tenía la potestad de hacer y deshacer de la propiedad a su mejor parecer. Tuvo su apogeo en el periodo 1968 a 1975 con el General Velasco, donde ejercian consejerías en casi todos los ministerios, entre ellos el de educación, cuya obra cumbre fue la “reforma educativa”, para ello tuvieron que eliminar el doble turno de clases: mañana y tarde, quedándose con solo uno, con lo que se reducía las horas de clase en perjuicio del nivel académico, y es a partir de ahí cuando empezaron a proliferar las academias pre universitarias, que llenaban el vacío de la deficiente preparación.
Dicha reforma consistió en hacer de la educación los siguientes niveles secuenciales: 1) Educación Básica: Educación Inicial, Educación Básica Regular, Educación Básica Laboral. 2) Educación Superior: I Ciclo ESEP (Escuela Superior de Educación Profesional), Ciclo II Universidades. Ciclo III Instituto Nacional de Altos Estudios. Toda esta “maravilla” duró el mismo tiempo que duró el régimen del General Velasco (1968-1975), quedando solo en el recuerdo de quienes tuvieron la mala suerte de pasar por esas aulas.
Pero paralelo a lo que es la educación superior, había un complemento educativo muy importante, en la modalidad de “educación a distancia” que se impartía mediante separatas que se distribuían a través del Correo. Las instituciones promotoras fueron: Las Escuelas Americanas y Hempill School. Tenían un listado impresionante de profesiones que satisfacían todas las necesidades vocacionales, a precios realmente módicos. Esa modalidad educativa tuvo bastante éxito en los años 70 para atrás, y era porque las universidades eran escasas y no podían absorber en sus aulas a toda la población estudiantil que egresaba de la secundaria. Los alumnos que egresaban de esas especialidades, previo examen de conocimiento, optaban el correspondiente título profesional. Estos profesionales que todavía quedan, deben estar con una edad arriba de los 75 años. Y no necesitaron ir a la universidad para convalidar esos títulos.
Estos profesionales eran aceptados como tales, tanto en los organismos públicos como en los privados, porque los técnicos y profesionales escaseaban en el mercado laboral de aquellos tiempos, al punto que siempre venia gente especializada de afuera. Hablando en primera persona, yo fui testigo presencial de las bondades de aquella modalidad educativa. Con la edad de base 7 que ahora tengo, tuve la suerte de conocer, entre otros, a dos excelentes profesionales, titulados en las Escuelas Americanas; un tal Sr. Castillo, que era el Contador General de la que fue: Corporación Peruana del Santa, aquí en Chimbote, hasta antes del terremoto del año 1970; y la otra persona fue el Ingeniero Electricista Juan Jiménez que conducía su taller electromecánico; él construyó mini centrales eléctricas en varios pueblos de la sierra de Ancash, a costo cero para las comunidades, porque era oriundo de esos lugares. Entonces que no se diga que el sistema fue malo y por eso desapareció, sino que fue por el peso de la expansión de las universidades públicas y privadas que empezaron hacer su aparición. Puedo dar fe que las separatas eran didácticamente bien elaboradas y de fácil entendimiento, que hasta ahora aún los conservo, como una invalorable reliquia. Yo estudiaba el curso de contabilidad en las Escuelas Americanas y en paralelo también estudiaba la secundaria comercial, y en ambas me titulé, en una como Contador y en la otra como Contador Mercantil. Con tal base académica, mis estudios en la universidad en donde me gradué como Contador Público, me resultaba un tanto aburridas, porque los cursos contables que ahí se enseñaban, yo ya los dominaba plenamente.
Todo lo antes explicado, bien puede servir como un aporte para enriquecer el currículo del nivel secundario, y como producto de ello los alumnos egresados de este nivel educativo, tengan las herramientas intelectuales como para abrirse campo en la vida, generando sus propios ingresos, para no seguir siendo una carga familiar.