Han transcurrido ya treinta años desde que la franja de cinco millas náuticas que corre pegada al litoral peruano, fue declarada zona exclusiva para la pesca artesanal. La razón radica en que este espacio de mar, pródigo en recursos naturales, no solamente es el hábitat preferido de especies destinadas para el consumo humano directo. En la misma medida, la flora y fauna que ahí prospera constituye un eslabón fundamental en la cadena de reproducción y equilibrio de los recursos hidrobiológicos. Lo que, más que un pedazo de mar, las 5 millas son sinónimo de vida y subsistencia.
Ello no obstante y muy a pesar del tiempo transcurrido, la declaración de zona exclusiva solo ha quedado escrita en el papel. En la práctica es algo que nadie acata. Con o sin la presencia de inspectores que la supervisen, lo cierto es que, un día sí y otro también, un sinnúmero de embarcaciones de pesca industrial realizan sus faenas dentro de la zona reservada, sin que nadie se preocupe por ello.
Como todo el mundo sabe, las embarcaciones de pesca industrial utilizan redes de cerco que no diferencian una especie de otra y, como su nombre lo indica, arrasan con todo lo que encuentran a su paso. Frente a la competencia abusiva y avasalladora por parte de estas grandes naves, las pequeñas embarcaciones de pesca artesanal quedan en la misma condición de David contra Goliat.
De hecho, estamos enfrentando ya no una amenaza o tentativa de exterminio sino un proceso de depredación real y de consecuencias insospechadas. La pesca indiscriminada que se viene realizando dentro de las 5 millas, es una especie de muerte lenta pero segura, algo que ya ha sucedido en otros lugares del Perú y del mundo y que por lo tanto es una advertencia que debe ser tomada con toda la seriedad que el caso requiere.
No se necesita de mayores explicaciones para dar por aceptado que esta acción desleal va contra las leyes de la naturaleza y al mismo tiempo pone en peligro el sustento de miles de familias que dependen de la pesca artesanal. Pero si bien es cierto que esta ilegal actividad se realiza ante la indiferencia o complicidad de muchas autoridades, también es cierto que otra de las razones que la sustentan es una frondosa legislación pesquera de ubicua e inmanejable aplicación. Es incontable el número de leyes, decretos y reglamentos que chocan entre sí y que cada quien interpreta a su manera o como mejor le conviene. Gana el que más tiene.
Ha sido en medio de este agitado vendaval legislativo, que la congresista Norma Yarrow ha presentado un proyecto de ley para delimitar las cinco millas y hacer respetar su condición de zona reservada para la pesca artesanal. El objetivo fundamental es asegurar la disponibilidad de los recursos marinos, priorizando la seguridad alimentaria de la población. Pues según las consideraciones del proyecto de ley, estos recursos no están bien protegidos por la actual legislación pesquera. Eso es algo que nadie puede contradecir.
Al respecto, no está demás traer a la memoria que hasta la década de 1950, antes del boom de la pesca industrial, la bahía de Chimbote fue un criadero natural de codiciadas especies como robalo, corvina y cojinova que ahora han desaparecido por completo y solo se les puede ver en viejas fotografías del recuerdo.
Por consiguiente, si se trata de frenar la depredación y asegurar el ciclo reproductivo de nuestras especies marinas, la defensa de las 5 millas es cuestión de vida o muerte.