Editorial

::: CHIMBOTE NAVEGA SIN BRÚJULA :::

Transporte urbano es un caos:

Esto ya es el colmo. En declaraciones brindadas a este medio de comunicación, el conocido dirigente del gremio de transportistas, señor César Sánchez López, ha  lamentado que a pesar del reiterado pedido que ha hecho el ministerio de Transportes y Comunicaciones, hasta hoy la municipalidad provincial del Santa no ha cumplido con elaborar y poner en ejecución un Plan Regulador de Rutas.

Como su nombre lo indica, este documento está llamado a establecer con estricto criterio técnico, e incluso con proyección al futuro, el uso de las rutas destinadas para el transporte vehicular que existen en Chimbote. El plan es algo así como la brújula de un barco que sirve de guía no solamente para evitar la zozobra,  sino sobre todo  para mantener el orden y la seguridad de la ciudad.

No hay que olvidar que conjuntamente con  la limpieza pública y la seguridad ciudadana, es el transporte urbano otro de los dolores de cabeza que atormentan  a la ciudad de Chimbote con mayor intensidad. Aún así, es lamentable saber que poco o nada se ha hecho hasta este momento para aliviar en algo este insoportable malestar.

La verdead es que mientras no exista el Plan Regulador, Chimbote seguirá condenada a ser una ciudad caótica, dominada por el desorden y la inseguridad. Sin este plan nada ni nadie puede impedir que los vehículos circulen a su libre albedrío y que lo hagan utilizando las calles y avenidas que mejor les convenga. Eso es lo que justamente viene sucediendo, sin que a ninguna autoridad le importe el pandemónium que esto representa para la ciudad.

Solo por citar un ejemplo, prueba de este desorden es la congestión vehicular que soportan a diario las avenidas Pardo, Meiggs y Gálvez. No está demás reiterar que éstas dos últimas son en realidad la carretera Panamericana, donde más de veinte líneas de colectivos  disputan la calzada con enormes vehículos de transporte interprovincial de carga y pasajeros. Producto de este desbarajuste son los lamentables accidentes que se producen continuamente.

Por absurdo que parezca y como bien lo ha señalado el dirigente de los transportistas, gran parte del problema nace al interior de la propia municipalidad Provincial del Santa. Alcaldes, regidores y funcionarios han tenido que ver con el otorgamiento indiscriminado de concesiones de ruta a favor de incontables y fantasmales líneas de colectivos; y lo han hecho sin tener en consideración más criterios que el beneficio personal o el intercambio de favores políticos. En muchos casos, una misma línea ha sido subdividida en dos y hasta tres nuevas líneas, lo que ha llevado a sobredimensionar a límites extremos el parque automotor. Mayor osadía e irresponsabilidad, no puede haber.

Como si esto no fuera suficiente, ninguna de las últimas gestiones municipales ha mostrado el mayor interés en habilitar rutas alternas de interconexión urbana e interurbana y mucho menos en solucionar el álgido problema del transporte masivo.

Ante este escenario y cuando la actual gestión edil ya está prácticamente de salida, solo queda esperar que la próxima gestión ponga en manos del transporte local la brújula que tanta falta le hace.