Editorial

::: PARÁLISIS PRESUPUESTAL :::

En lo que a ejecución presupuestal se refiere, se puede decir que Ancash es una región paralizada. De acuerdo con un último informe dado a conocer por la Contraloría General de la República, en este momento existen en toda la región un total de 135 obras públicas paralizadas, las mismas que en conjunto representan un desembolso por parte del Estado de 1 mil  975 millones 509 mil 676 soles. Si esta cuantiosa suma de dinero hubiera sido bien utilizada, otro sería el nivel de vida de los pueblos ancashinos.

Según el mismo informe, los organismos  responsables de esta parálisis presupuestal, que ya parece haberse convertido en un mal crónico y pernicioso, son el gobierno regional de Ancash y un buen número de municipalidades provinciales y distritales, así como  también el Programa de Reconstrucción con Cambio y el Programa Nacional de Inversión en Salud, PRONIS, entre otros.

Coincidiendo con lo que ya es  vox populi, la Contraloría General de la República ha señalado que esta masiva paralización de obras se debe  a una serie de vicios a nivel de gestión pública local y regional, los cuales también se han vuelto crónicos y perniciosos.

El órgano de control ha identificado como la principal de estas causales  la falta de liquidez y recursos financieros, un hecho que comúnmente se presenta cuando la obra ya se encuentra en plena ejecución. Expertos en este tipo de gestión, coinciden en precisar que esto es consecuencia directa del apresuramiento con el que las unidades ejecutoras llevan a cabo las licitaciones, justamente cuando éstas  aún están en proceso de aprobación en el MEF.

Se han dado casos de contratos de obra que se han firmado en estas circunstancias, obligando a tomar “prestado” dinero de otra obra para  entregar el adelanto al contratista, todo ello “con cargo a regularizar” más adelante.  Como quiera que el MEF toma su tiempo en aprobar los presupuestos debido a  una que otra observación, entonces la ejecución de las obras no tardan en paralizar por falta de liquidez. Sin ir muy lejos, eso pasó con el colegio Víctor Andrés Belaunde y el coliseo cerrado, solo por citar dos ejemplos.

Otra de las causales identificadas por la Contraloría es  el incumplimiento de contrato, otro de los males que aquejan a Ancash y que, como consecuencia de la premura en otorgar licitaciones, también se ha convertido en otro lastre regional. Da la casualidad que, tan pronto como la obra empieza a ejecutarse, el organismo ejecutor y el contratista recién se percatan de las incoherencias, en algunos casos insalvables, que existen entre el expediente técnico y la realidad. Prueba de ellos es lo que ha sucedido recientemente con el hospital El Progreso.

Según Contraloría, la última de las causas de tanta paralización es el surgimiento de discrepancias y controversias entre el organismo ejecutor y el contratista. Cuando este desentendido se vuelve irreconciliable, ambas parte deciden llevar el problema al terreno judicial o del arbitraje, dando lugar a que la obra termine igualmente paralizada.

En resumen estamos hablando de una cuantiosa suma de dinero que los organismos ejecutores han dejado de realizar. Mientras tanto, la población sigue a la espera de obras esenciales de saneamiento, salud, educación, transporte y acondicionamiento urbano, entre otros.

Pero en vista que las actuales gestiones ya están de salida, es de esperar que las próximas autoridades regionales y locales tengan que ser las que destraben esta parálisis presupuestal.