Editorial

INDIFERENCIA ELECTORAL LLEGA CASI A LA MITAD

Para pensarlo:

Tras haberse realizado al cien por ciento el conteo de votos del reciente proceso electoral, no deja de causar alarma el hecho de comprobar que casi la mitad (42%) del electorado ancashino  haya mostrado su más absoluta indiferencia. Mientras el 22 por ciento de ancashinos  no acudió a las mesas de sufragio y ha preferido pagar la multa, otro 20 por ciento optó por emitir votos en blanco y viciados. Mayor indiferencia,  no se ha visto jamás.

Aun cuando este de por medio el desinterés  mostrado por la ciudadanía,  no resta en absoluto la legitimidad de las autoridades elegidas como están pregonando los candidatos perdedores, no por ello puede pasar por desapercibido. En todo caso, esta indiferencia no debería repetirse jamás. Ya todos sabemos lo que ha pasado y sigue pasando en Ancash por no saber elegir.

No se puede negar por eso que la indiferencia está  ampliamente justificada. Primero, porque la mayoría de gobernadores regionales y alcaldes provinciales y distritales que hemos elegido en los últimos años han desarrollado una desastrosa gestión. Para demostrarlo ahí está ante nuestros ojos  un sinnúmero de obras sobrevaluadas, inconclusas y abandonadas. Por esa razón, muchos de ellos han ido a parar a la cárcel o se hallan prófugos de la justicia. ¿Quién en su sano juicio puede desear que esto se repita?.

Otra de las razones de este comportamiento ciudadano se debe a que más del 50 por ciento del presupuesto que envía el gobierno central para la ejecución de obras públicas no se ejecuta por falta de capacidad de gestión. El gobierno central y las municipalidades tienen que devolver este dinero al tesoro público porque los proyectos de obra y los expedientes técnicos que presentan al MEF son rechazados por exhibir inaceptables deficiencias. Aún así, muchas obras han sido puestas en licitación pero solamente para firmar el contrato, colocar la primera piedra y nada más.  Exactamente lo mismo sucede  con los millones del canon minero.

Toda la desconfianza que estos hechos han generado a lo largo de los últimos años, está  reflejada en ese 42 por ciento del electorado ancashino. Corresponde ahora a las autoridades electas devolver la confianza  pero esta vez  ya no con más promesas ni discursos de campaña, sino con una real capacidad de gestión.

Para evitar invasiones:

NUNCA ES TARDE

Debieron hacerlo desde un primer momento y desde hace  mucho tiempo, pero sin embargo, como dice la canción, nunca es tarde para remediar todo lo que ha pasado. En una acción que ha sido muy bien recibida por la opinión pública, personal del proyecto especial Chinecas  desalojó hace unos días a un grupo de invasores que pretendían apoderarse de 200 hectáreas de tierras ubicadas en el sector Pampa La Carbonera.

Fieles a su estilo, los invasores no solamente ya se habían lotizado las tierras sino también tuvieron la osadía de tender una enorme red de tuberías para hurtar el agua del canal principal y asegurar la irrigación de sus parcelas. Y para mediatizar sus propósitos, no tuvieron mejor idea que agruparse en una institución denominada Asociación de Agroexportadores Casa Blanca. Pues muchas de estas asociaciones se han instalado y aún se mantienen en posesión de tierras invadidas gracias a esta modalidad.

En razón de ello, el desalojo tiene la virtud de ser una advertencia para todos aquellos que han hecho de las tierras de Chinecas lo que han querido. Se han apropiado de ellas mediante la fuerza y la viveza, ante la increíble complacencia de los propios funcionarios y autoridades del gobierno regional.

Cuando faltan dos meses y medio para el inicio de una nueva gestión, haría bien la gestión saliente en retirar todas las piedras del camino y transmitir un mensaje de gobernabilidad. Pues con la sola excepción de Chinecas, los demás proyectos de irrigación  del país no tienen una sola hectárea en poder de invasores. Y eso es lo que se necesita para que Chinecas sea un proyecto viable, que genere confianza y se convierta en un imán para la inversión. Invasiones, nunca más.