Opinión

SANTA TERESA DE LISIEX

Por: Miguel Rodríguez Liñán (*)

El poema de Ronsard de la chica miñona y la rosa, ¿lo habrá leído Thérèse de Lisieux? Es improbable, aunque nunca se sabe. Esta sencilla joven reconocía que no era instruída, que había hecho pocos estudios, que no era intelectual, ni letrada etc., pero pasemos.

      Ya en el siglo 21, en Lutecia, un publicista mosca, astuto y culto, utiliza el primer verso  de Ronsard para la promoción de un sublime conjuntito de braguita y brassier de malla negra y seda adornado con estas flores.

     Ahora, pasemos a otro registro de la  divinidad. Supongamos que uno se llame François Villon, como el poeta malandrín. Más aún: uno es François Villon. Uno, si bien no es amigo, o de pronto sí, frecuenta la peor gente, las plagas, el lumpen, rateros, asesinos, vagabundos, tahúres, todo tipo de hombres fuera de la ley. Uno conoce y utiliza en composiciones la jerga de los malandros. Junio de 1455. Un cura de apellido Sermoise y el poeta se pelean con cuchillo. Hay una kermesse. Todavía huele a comida, a bebida, a orines, a vómitos. La gentuza les hace ruedo. Uno, herido, entierra el cuchillo en el abdomen del agresor, que morirá. La sangre fluye abundante, muy roja y oscura. Pero como uno es François Villon, uno no ve sangre. Uno ve una erupción de rosas. Uno ve rosas. Realmente las ve. Y cuando digo realmente, broder, no exagero un pelo. En la patria, poeta y loco son palabras sinónimas, como bien sabes. Pienso que no yerra la sabiduría popular, porque los poetas de raza sí lo son, pero en un sentido amplio y abierto. Los poetas somos locos. Loquitos de amor y de rosas, rosas, tan maravillosas. Ahora sí, con perversidad, pongo ese versículo que ya no encuentro, pero que dice:

Celui qui n’aime pas, demeure dans la mort.

Propuesta de traducción literal:

Aquel que no ama permanece en la muerte

Otra:

Todo aquel que no ama, muerto está. Amén.

      La otra Teresa, santa Teresa de Avila, primer doctor de la iglesia mujer, ésto dice cuando le piden definir el infierno: “Es un lugar donde no se ama”. De modo que ya nos vamos poniendo de acuerdo. Regresemos a nuestra Teresa de Lisieux.

      Para Wojtyla, esclarecido varón, es determinante pues ésto del amor teresiano, femenino. Recordemos de paso que la machista iglesia CAR pone muchos obstáculos en esto de otorgar el doctorado a una mujer. Un primer expediente de Teresa es enviado al Papa Pío XI, que lo rechaza y punto. Señalemos además que este hombre con bata, mitra y báculo, había anteriormente rechazado la candidatura de la propia Teresa de Avila. Pasan treinta años, que en el Vaticano son nada. Paulo Sexto es el primer revolucionario, pues otorga el prestigioso título de Doctor de la Iglesia a dos mujeres: Teresa de Avila y Catherina de Siena. Para los partidarios de Teresa de Lisieux, es buen signo. Pasan unos veinte años más de trámites, investigaciones y papeleos.

      En 1991, por fin, la súplica llega a oídos de Wojtyla. Siguen cantidad de súplicas y peticiones del mundo entero. El Papa polaco, por supuesto, estudia el expediente pero no la hace larga. El 19 de octubre de 1997, bajo un sol de otoño romano, en la famosa Piazza San Pietro, durante la ceremonia de la eucaristía, Wojtyla proclama Doctor de la Iglesia universal a Thérèse de Lisieux de l’Enfant Jésus et de la Sainte-Face, poeta mística made in Lutecia.

      Un Doctor de la iglesia (doctor ecclesiae), nos informa Wikipedia, es un sujeto bautizado, hombre o mujer, en quien la CAR (católica, apostólica y romana) reconoce un conocimiento y una autoridad excepcionales en el dominio de la teología (eminens doctrina). Pues bien, sor Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz no cumple con este requisito de base, al menos no en apariencia, hasta la aparición del mayor best-seller, sin duda, de la llamada historia universal (aunque sólo se limite al reino de este mundo). Se trata del maravilloso libro Historia de un alma (Histoire d’une âme)… Ante la negativa de los editores católicos que temen un fracaso editorial, el libro es financiado y editado por un tío generoso… Y contra todo pronóstico, el éxito de librería en el medio católico es fulminante, las ediciones se suceden y suceden… Místicos y futuros santos de renombre se inspiran en el opus teresiano, simple, fresco y límpido como agua de manantial… Se trata de un libro que cuenta la historia de su breve vida (Teresa fallece a los veinticuatro añitos como consecuencia de una tuberculosis) y desarrolla muy sutilmente y de manera muy simple y directa, una verdadera teología que aboca a la unión con la divinidad… Y ahora, querido lector, querida lectora, abróchense los cinturones que vamos a despegar… El libro de Teresa ha sido, hasta el día de hoy, traducido a más de cincuenta lenguas y vendido a 500, sí, quinientos millones de ejemplares, eso sí que es best-seller, en comparación lo demás son cojudeces.

      La futura santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz nace en Alençon, departamento del Orne, en Normandía, no en Lisieux, pero vive allí desde niña – una mudanza debido a la muerte de su madre. Lisieux es un pueblo cargado de historia en el departamento de Calvados, también en la región de Normandía.

Era un oppidum –pueblo fortificado– que Julio César menciona en su libro Comentario sobre la guerra de las Galias… Mucho después, entre 876 y 980 de la era cristiana, sobrevienen las invasiones vikingas… Después, los grandes nombres en torno a Lisieux, que por allí anduvieron, que por allí pasaron… Guillermo el Conquistador, duque de Normandía… El eminente erudito obispo Herbert (1026)… Etienne de Blois… Geoffroy Plantagenêt, conde de Anjou y rey de Jerusalén, fundador de la dinastía real inglesa de los Plantagenêt… El rey de Francia Henri II… El eminente obispo Arnool, amigo del ilustre futuro santo Tomás de Cantorbery… Un tal Ricardo Corazón de León… El rey Henri V de Inglaterra etc. etc… En Lisieux muere la futura santa, escritora sublime… « La basílica de Lisieux, edificada en honor de santa Teresa para conservar sus reliquias, recibe más de 600 000 visitantes por año, la ciudad de Lilsieux es el segundo lugar de peregrinaje después de Lourdes » nos informa otra enciclopedia… Al margen de Historia de un alma, Teresa ha legado a la posteridad sus escritos de dulce y simple estilo:

250 cartas

62 poemas

8 obras de teatro

21 oraciones

Que el interesado, con mucho provecho literario si conoce el francés y si quiere ser o es escritor, puede descubrir bajo el título genérico de Manuscrits autobiographiques, éd. Paris Seuil / Sagesses en cualquier librería de las Galias.

(*)Escritor y Poeta radicado en Francia