Opinión

¿PARA QUÉ VINO LA OEA?

Por: Fernando Valdivia Correa (*)

A fines de febrero pasado, desde Puerto Maldonado, Pedro Castillo Terrones pidió activar la Carta Democrática de la Organización de Estados Americanos. Lo hizo abrumado por las incrementadas denuncias por corrupción en su contra. No tuvo eco. Sin embargo, hace poco más de un mes, volvió a invocar la mencionada Carta. Esta vez sí encontró resonancia. A través de su Secretario General, la OEA conformó una Misión Especial que arribó a la capital el 20 de este mes y se retiró dos días después. Durante su estancia, sostuvieron diversas reuniones, entre ellas, con el Presidente de la República, el Titular del Legislativo, etc. Sin embargo, llamó la atención dos entrevistas: Con la señora Fiscal de la Nación y con Anahí Durand y Lourdes Huanca.

La doctora Benavides manifestó a la comitiva que el mandatario tiene abierta 51 carpetas fiscales. No una, ni dos, y sin contar a sus familiares y allegados prófugos. Literalmente un “tiro por la culata” para el ilustre hijo de Chota. Al día siguiente, Durand y Huanca dijeron actuar como representantes del grupo Mujeres por Nueva Constitución, denunciando que las damas en nuestro país sufren acoso político. Breves interrogantes: ¿qué dato fidedigno tienen al respecto?; ¿existen denuncias penales presentadas?; ¿de ser así, cual es el trámite fiscal o judicial de las mismas?. Una pérdida de tiempo. Ahora bien, si de eso trató la protocolar visita, hubiesen aprovechado para juntarse con el mandamás de la Federación Peruana de Fútbol y preguntarle por la salida del “Tigre” Gareca de la selección de todos. Pareciera broma, pero no. Es ironía, la misma que anualmente cuesta la friolera de US$ 1 millón de nuestros impuestos para echar a andar esa fantasmagórica entidad supranacional; máxime si sus resultados en el hemisferio no son para nada aplaudibles y menos reconocidos. E ahí los simbólicos casos de Venezuela y Nicaragua, donde a pesar de sendas denuncias de violaciones de derechos humanos, ningún avance ha logrado en favor de la población de ambos países. Más aún, recientemente la embajada de Noruega en México ha confirmado la reanudación del diálogo entre la dictadura de Maduro y la oposición representada por la llamada Plataforma Unitaria.

La corta e infecunda visita concluyó con un Comunicado de Prensa en la que la OEA agradeció “a las autoridades la apertura y colaboración para que la misión pudiera llevar a cabo su trabajo”. Traducido sería algo así como “estuvo buena la comida, saludos a Gastón”.

A todo esto, y retomando la seriedad que siempre debe caracterizarnos, queda la incertidumbre a modo de pregunta: ¿para qué vino la OEA?.

(*) Abogado