Editorial

ALCALDES A LA REJA

Triste y vergonzoso final:

Esto es algo de nunca acabar. La semana pasada, en vísperas de concluir su gestión municipal, dos alcaldes provinciales  de la región Ancash han recibido orden de prisión preventiva tras ser acusados por las autoridades judiciales de cometer graves delitos en el desempeño de sus cargos.

Ernesto Salinas Castillo, alcalde de la provincia de Ocros, enfrenta un pedido de quince meses de prisión preventiva acusado de cometer delito de colusión agravada en perjuicio de su propia comuna. Según lo ha establecido la investigación fiscal, Salinas Castillo, en complicidad con un empresario constructor,  se habría beneficiado  con más de 800 mil soles producto de la sobrevalorización de varias obras adjudicadas a dicho empresario. Sin embargo cuando el juez de la causa firmó la respectiva orden de detención, ambos acusados ya se encontraban en calidad de prófugos de la justicia.

En otro escenario, el viernes último por la madrugada el alcalde provincial de Casma, Luis Alarcón Llanas, fue detenido en el interior de su domicilio en el marco de un gigantesco operativo que involucra  a otros once implicados.  Alarcón Llanas es acusado de liderar nada menos que una organización criminal dedicada al robo sistemático y venta ilegal de combustible, en agravio de la propia municipalidad casmeña.

De acuerdo con la investigación fiscal, la organización criminal liderada por Alarcón Llanas, también conocida como “Los Bravos de Casma”,  estaría integrada no solo por servidores municipales sino también por propietarios y trabajadores de grifos particulares. Esta sería una mafia muy bien organizada que tenía como centro de operaciones el propio despacho de la alcaldía provincial. Para no creerlo. Por lo pronto, sobre el alcalde Alarcón Llanas y sus eventuales cómplices, pesa un orden de prisión preliminar de quince días.

Cuando todos dábamos por descontado  que esta historia ya era cosa del pasado o que estaba a punto de serlo, estos dos casos de corrupción han bastado para demostrarnos cuán equivocados hemos podido estar.  Pareciera que el aprovechamiento de los cargos públicos a fin de obtener beneficio personal, es un cáncer difícil de extirpar en la región Ancash. Todo parece indicar que ahí donde se pone el dedo, salta la pus. A estas alturas ya hemos perdido la cuenta de cuántos alcaldes y funcionarios regionales se encuentran en la misma situación jurídica estos dos burgomaestres.

Precisamente por causa de este aprovechamiento desleal, es igualmente incontable el número de obras paralizadas, sobrevaloradas y mal ejecutadas que  abundan de uno a otro extremo de la región. En vez de servir a una población supuestamente beneficiada, estas obras significan una enorme frustración para una población seriamente perjudicada.  Millones de soles provenientes del  tesoro público y del canon minero, han  ido a parar a las manos de estas malas autoridades.

Frente a vergonzosa coyuntura, el hecho que dos nuevos alcaldes se encuentren procesados por la justicia no deja de ser motivo para un inevitable llamado a la reflexión. Hace ya mucho tiempo que el relevo de alcaldes en nuestra región  se caracteriza por ser una circunstancia oprobiosa e irrelevante;  un acto protocolar que se ha convertido en sinónimo de borrón y cuenta nueva, bombas de tiempo y sálvese quien pueda. Por la recuperación moral de Ancash, todos anhelamos que estas cosas no vuelvan a repetirse jamás.  Nada puede ser motivo de tanta indignación para una ciudadanía que presenciar el triste y vergonzoso final de sus alcaldes.