El dilema de Chinecas:
Si después treintaicinco años de creación, el Proyecto Chinecas se mantiene paralizado en el tiempo, no se debe únicamente a la falta de agua o de infraestructura de riego como podría parecer. Sin temor a equivocarnos, creemos que básicamente el problema de Chinecas es la falta de confianza y credibilidad por parte no solo de los propios organismos del estado sino sobre todo de la inversión privada.
En gran parte, esto último viene a ser resultado directo de la invasión de más de 3,500 hectáreas, increíblemente consentida y/o promovida por los propios gobernantes y funcionarios del proyecto, quienes, conforme se ha podido constatar, actuaron de esa manera dominados por ambiciones políticas y de otra índole . Como consecuencia de ello, la imagen que exhibe el proyecto Chinecas es la de un ente que se flagela a sí mismo por causa de una mala gestión y porque, a pesar de todo lo que se ha dicho, todavía se mantiene bajo el manto de la corrupción.
Por otra parte, cuando ya se cumplen tres meses de una nueva gestión del gobierno regional de Ancash, y cuando todos esperábamos el advenimiento de un cambio de verdad, no deja de causar más de una desazón el hecho que el proyecto Chinecas se mantenga en manos del mismo staff de funcionarios que provienen de la gestión anterior; una gestión que se pasó cuatro años pensando en las musarañas y dándose de la mano con los invasores. ¿Dónde está el equipo técnico de alto nivel que ofreció traer el actual gobernador regional?.
Es menester mencionar que este staff de funcionarios es el mismo que esperó el último mes del año 2022 y los primeros meses del 2023, para recién iniciar el desalojo de algunas invasiones tanto en la zona de Chimbote como de Casma. Acciones que coincidieron con el publicitado retiro de sifones, motobombas y puentes que los invasores colocan ante la vista y paciencia de todo el mundo para sustraer agua en el canal Chimbote-Nepeña. Por lo mismo que se trató de acciones sintomáticas y solo para la foto, éstas han tenido un impacto poco convincente.
Y exactamente lo mismo sucede en la zona de La Carbonera, convertida de un tiempo a esta parte en el paraíso de las invasiones. En ese lugar quienes manejan la denominada comunidad de indígenas de Chimbote y Cosihco, venden los terrenos de Chinecas como quien vende papas en la parada, sin que los funcionarios del proyecto irrigador ni siquiera se den por enterados.
Frente a este panorama, difícilmente Chinecas podrá ser un atractivo para el inversionista. Aquí y en cualquier lugar del mundo, éste lo primero que exige es confianza y seguridad. Y eso es precisamente lo que Chinecas no inspira. Mientras las invasiones continúen ganando la batalla, las inversiones van a tener que buscar otros escenarios. ¿Se puede llamar a esto una buena gestión de desarrollo regional?