Bahía El Ferrol:
No es nuestro ánimo alentar antipatías ni resentimientos. Sin embargo, cada vez que nos referimos al problema ambiental que padece la bahía de Chimbote, es inevitable remitirnos al origen del problema. A comienzos de la década de 1960, la población chimbotana todavía podía disfrutar de un refrescante y saludable chapuzón en la playa de aguas cristalinas que se extendía a todo lo largo del malecón Grau. A esa época corresponden las últimas fotografías, algunas ya a colores, de familias que posaban alegres en la playa del malecón, adonde llegaban caminando desde sus viviendas sin necesidad de tener que desplazarse a otros lugares.
Ello no obstante, la mala suerte quiso que también por esa época, y en nombre del “boom” de la pesca, más de cuarenta fábricas procesadoras de conserva y harina de pescado fuesen autorizadas a evacuar directamente a la bahía toda clase de desechos orgánicos e inorgánicos. Fue a partir de ese momento cuando las aguas de la playa de Chimbote dejaron de ser cristalinas y saludables.
No se sabe asimismo con la autorización de quien o quienes, fue por esos años que la empresa Siderperú arrasó de un tajo con el histórico Cerro Colorado, para convertirlo en un inmenso molón que penetra unos ochocientos metros mar adentro. Esta “obra de ingeniería” terminó convirtiéndose en un embalse que impide el curso natural de la corriente marina obligando a que la playa del malecón Grau ahora permanezca sumergida bajo un mar de aguas renegridas y malolientes.
Pero el problema no queda ahí. Cada quince o veinte minutos, catorce plantas de bombeo de la empresa Sedachimbote arrojan a la bahía de Chimbote, sin ningún tratamiento previo, los desagües domiciliarios de la ciudad. Situación que se espera llegue a su fin a más tardar el 2026, si es que la ejecución del P-TAR II no sufre ningún contratiempo.
Los hijos y los nietos de quienes tuvimos la suerte de bañarnos en la playa del malecón, nos observan con justificada incredulidad cada vez que les hablamos de todo lo que Chimbote ha perdido en estos últimos sesenta años. De no ser por las fotografías de la época, con toda seguridad creerían que estamos hablando alucinaciones. De lo único que están plenamente convencidos, porque lo viven desde su nacimiento, es que Chimbote es una de las pocas ciudades del mundo que ya lleva más de medio siglo respirando un aire contaminado hasta por los poros.
Decimos esto a raíz de la última visita que ha realizado a Chimbote un grupo de funcionarios del ministerio del Ambiente en el marco del evento Socialización del Plan de Recuperación de la Bahía El Ferrol, hecho del que hemos dado cuenta en nuestra edición del sábado. El asunto es que este Plan ya tiene veinte años de antigüedad, diez de ellos en poder del ministerio del Ambiente, sin que hasta hoy se hayan podido establecer plazos y calendarios, menos fuentes de financiamiento. Todo queda en palabras y nada más.
Hace un año, el entonces titular de este ministerio, Modesto Montoya Zavaleta, tampoco dijo nada concreto sobre el Plan de Recuperación cuando llegó a Chimbote en visita oficial. Para ser más exactos, todos esperábamos del ex ministro Montoya dijera algo más que un “hasta luego”. Él pasó toda su infancia en Chimbote, también se bañó en la playa del malecón junto a sus compañeros del Politécnico Nacional del Santa y conoce a fondo las raíces del problema. No entendemos porque durante su paso por el gobierno no se interesó en la ejecución del Plan.
A sesenta años de haberse desencadenado la tragedia ambiental de Chimbote, lo menos que se puede hacer, y con carácter perentorio, es evitar que la bahía El Ferrol se mantenga irrecuperable.