Bahía de Chimbote es una incógnita:
Frente a la necesidad de proteger la franja costera de Chimbote y poner a salvo con ello la integridad de la zona urbana, así como de cualquier obra que se construya al borde de la bahía, la colocación de una sola línea de enrocado no va a solucionar los problemas derivados de la erosión marina, como cree hasta hoy el más común de los chimbotanos. Por el contrario, el tendido de un solo enrocado va a terminar por empeorar los efectos de la erosión marina, haciendo indispensable más adelante la colocación, sí o sí, de un segundo enrocado.
Y, como para que no quede la menor duda con respecto a estas deducciones, los efectos a los que nos estamos refiriendo se pueden apreciar a simple vista. ¿Cómo? Observando el comportamiento de los enrocados que ya existen a lo largo de la bahía de Chimbote, en cuyas inmediaciones los efectos de la erosión marina continúan agudizándose.
En este comportamiento también tiene que ver la presencia de hasta once muelles y desembarcaderos, tendidos de uno a otro extremo de la bahía. Estos muelles impiden el normal desplazamiento de la corriente marina y propician la acumulación de bancos de arena.
Debido precisamente a este comportamiento, existe en el fondo de la bahía de Chimbote una capa de lodo orgánico que alcanza hasta 2.5 metros de espesor, producto de las evacuaciones de la industria pesquera y de las descargas domésticas, acumuladas por más de cincuenta años. Existe el riego latente que algunos peces de consumo popular tengan como fuente de alimento estos sedimentos, con todo el peligro que esto puede representar para la salud de los consumidores.
Estas deducciones, de las que nos hemos ocupado en nuestra edición de ayer, vienen de parte del Dr. Rómulo Loayza Aguilar, un destacado profesional, ex decano del Colegio de Biólogos de Ancash y catedrático en la Universidad Nacional del Santa. Y no son improvisadas ni coyunturales, sino resultado de un trabajo de investigación, el mismo que ha sido publicado por la prestigiosa revista científica Amoldoa.
Ante la realidad que vive Chimbote en estos momentos, nos atrevemos a conjeturar que las conclusiones de la investigación realizada por el Dr. Rómulo Loayza, podrían ser consideradas en el expediente técnico que se va a elaborar, precisamente, para el tendido de un enrocado de 300 metros de largo, cuya razón de ser es proteger y brindar seguridad a la obra de la avenida Costanera.
Un enrocado hecho con esta finalidad no puede ser resultado de la improvisación ni solamente para poner el parche. Una obra de tal magnitud, necesita de ideas y aportes con visión de futuro. Ya no estamos para seguir experimentando con obras que se modifican a cada momento, ni gastando inútilmente los dineros del estado. El enrocado tiene que colocarse para solucionar un problema, no para agravarlo.