Por: FERNANDO VALDIVIA CORREA
La señora Dina Boluarte Zegarra ha celebrado junto a todos los peruanos el 202 aniversario de nuestra independencia, solo que esta vez lo hizo por vez primera como Presidente Constitucional. Cumplió con el protocolo establecido, desde la misa y Te Deum en la Catedral, pasando por el nada corto mensaje a la Nación desde el Parlamento, hasta cerrarlo con el desfile cívico militar con su respectivo baño de popularidad. Excelente. O casi, pues como no podía ser de otra manera, hubo quienes -con razón o sin ella- manifestaron disconformidad hacia la mandataria, encontrándose entre ellos a Mirtha Vásquez, Anahí Durand, Pedro Francke, Verónika Mendoza, Hernando Cevallos, Harold Forsyth, y de manera peculiar el arzobispo de Lima, Carlos Castillo.
¿Qué tienen estos en común estos personajes aparte del rechazo a la señora Boluarte Zegarra?. Salvo el prelado Castillo Mattasoglio, el resto la culpa de criticar abiertamente al hoy encarcelado Pedro Castillo Terrones cuando ella misma fue parte de ese desgobierno, como ministro y Vicepresidente. Tienen razón, pero ¿acaso fue la única?.
Antes de responder esta interrogante, detengámonos un momento sobre las duras palabras del mitrado en la homilía por Fiestas Patrias. En su alocución, pidió que la Jefe de Estado reconozca sus errores cometidos durante su gestión, en clara referencia a las muertes acaecidas en los últimos meses, producto de asonadas violentistas en contra de la bien lograda democracia. Irónico comentario, toda vez que este mismo caballero a fines de junio de 2021 calificó de amoral el retraso de la investidura de Castillo Terrones por parte del Jurado Nacional de Elecciones.
Retomando el tema, Vásquez Chuquilín fue, junto a Francke Ballvé, responsable del ilegal DU 102-2021 que benefició a allegados del profesor chotano. Estuvo 6 meses, y al día siguiente de su cese despotricó contra su exjefe. Mendoza Frisch logró colocar en el Ejecutivo, entre otro, a Anahí Durand, quién al tiempo de ser despedida logró reciclarse en la PCM. Enterada “La Vero”, le pidió que renunciara, haciéndole caso, aunque como militante del partido Nuevo Perú. Sin embargo, al mes siguiente Durand Guevara nuevamente se quedó sin trabajo.
En el caso de Cevallos Flores, otrora poderoso Titular de Salud, voceado como Premier, fue defenestrado del puesto de un día para otro. Como en anteriores casos, al poco tiempo arremetió contra el golpista.
Y, finalmente Forsyth Mejía, como embajador ante la Organización de Estados Americanos gestionó directamente la llegada al país de una comitiva de dicha institución con la única finalidad de limpiar la imagen del prosor. El mismo día del abortado golpe, a las pocas horas renunció, maldiciendo también a su entonces Jefe.
En resumen, es válido afirmar que oportunamente doña Dina debió evaluar la posibilidad de renunciar al actual cargo. No lo hizo, continúa, y todo indica que lo hará hasta julio de 2026; no obstante, los otros, aquellos que la responsabilizan, también formaron parte de, sino el peor, uno de los desastrosos gobiernos de nuestra historia republicana. Caraduras sería un término demasiado bondadoso para estos inefables personajes.
(*) Abogado