Opinión

PERÚ: CUANDO SE OLVIDA QUE EL CAPITALISMO GENERA ANTICAPITALISMO

Por: Víctor Andrés Ponce (*)

La falta de ideología o de cultura puede explicar en gran parte por qué algunas sociedades se embarcan en el camino del colectivismo luego de desarrollar una etapa de crecimiento y reducción de pobreza asombrosa. Es el caso del Perú que, en tres décadas, cuadriplicó su PBI y redujo la pobreza del 60% de la población a 20% antes de la pandemia (hoy está en 27.5%). ¿Por qué una sociedad que emergía de los escombros en base a la inversión privada terminó eligiendo a Pedro Castillo, el peor candidato de la historia republicana, quien agitaba en contra de todos los principios del modelo económico?

De alguna manera los políticos, los intelectuales, los partidos políticos y los peruanos de buena voluntad olvidaron una enseñanza trascendental en la historia de las sociedades libres: que el capitalismo, inevitablemente, genera anticapitalismo. La emergencia de un sector empresarial poderoso y el desarrollo de clases medias ligadas al modelo, de una u otra forma, desata un humor en contra del modelo de parte de quienes no crecen a la misma velocidad que los emergentes. Así sucedió en todas las revoluciones industriales, desde la inglesa hasta la estadounidense, y es precisamente en esas condiciones del desarrollo del capitalismo que el marxismo suele desarrollar sus críticas destructivas.

En el Perú, el modelo económico redujo pobreza como nunca antes en la historia republicana (se llegó a tener 20% de la población en pobreza antes de la pandemia) e, incluso, en el promedio nacional, la desigualdad se batió en retirada según todas las mediciones de los organismos multilaterales. Sin embargo, la parálisis del Estado, la incapacidad de reformarse y de modernizarse para acompañar el desarrollo de los mercados, produjo un desarrollo desigual que hoy amenaza al modelo mismo. Ahora, en el Perú existen varios países: algunas regiones han bajado la pobreza por debajo del 10%, en tanto que en otras supera el 40% y más de la mitad de las familias carecen de servicios de agua, alcantarillado y electricidad.

¿Por qué el Estado se volvió en contra del modelo con sus excesivas sobrerregulaciones, las sumas de ineficacias e, incluso, corrupción? Porque las derechas políticas, intelectuales y empresariales no entendieron las lecciones universales del capitalismo: todo capitalismo crea el anticapitalismo; es decir, su contrario. Al no comprender ese principio, en las últimas décadas, las derechas se limitaron a defender el modelo económico bajo la creencia determinista que el solo el crecimiento de los mercados iba a desterrar el sentimiento anticapitalista y el humor antisistema.

Los sectores marxistas y colectivistas, por el contrario, desarrollaron la guerra ideológica más cruenta luego de la caída del Muro de Berlín. Finalmente, ganaron la batalla cultural. Por ejemplo, el discurso del ecologismo radical, que identifica al capitalismo como el responsable de todas las tragedias ecológicas del planeta, terminó colonizando el Ministerio del Medio Ambiente, y las sobrerregulaciones y procedimientos convirtieron en casi imposibles las inversiones en minería y en recursos naturales. Las campañas de demonizaciones en contra del empresariado transformaron en sospechosos a todos los inversionistas, y todo el Estado se volvió una cordillera de procedimientos a sortear para cualquier emprendedor. Igualmente, los supuestos defensores de los Derechos Humanos desarrollaron sus campañas para debilitar la autoridad del Estado de derecho, mientras los propagandistas de la ideología de género colonizaban el Ministerio de Educación y el Ministerio de la Mujer.

El Estado peruano –no obstante, la Constitución y los 22 tratados de libre comercio– se volvió claramente anticapitalista. ¿Por qué entonces nos sorprendemos de que Pedro Castillo haya llegado al poder? La derecha peruana –al igual que la latinoamericana–, entonces, ignoró un hecho que atravesó la historia de Occidente: que el desarrollo del capitalismo genera anticapitalismo.

Las únicas sociedades que han sorteado esta contradicción del desarrollo capitalista son aquellas en que los empresarios, los intelectuales y los partidos desarrollaron una intensa guerra cultural, que se expresó en una sociedad a favor del mercado y la libre iniciativa, que consideró que la reforma del Estado, del capitalismo y de los mercados era un proceso permanente de innovación y cambio.

De alguna manera casi toda América Latina hoy paga ese grave error.De alguna manera casi toda América Latina hoy paga ese grave error.

(*) Director de El Montonero (www.elmontonero.pe)