Editorial

UNA REACTIVACIÓN IMPOSTERGABLE

Comisión Ambiental:

El 1° de junio del 2016, la municipalidad provincial del Santa  promulgó la Ordenanza Municipal  N°013-2023-MPS que crea la Comisión Ambiental Municipal de la provincia del Santa, conforme lo dispone la Ley  N° 28245, Ley Marco del Sistema Nacional de Gestión Ambiental.  De acuerdo con este dispositivo legal, la comisión ambiental actúa como una instancia técnica y jurídica, cuya finalidad es coordinar y concertar en esta jurisdicción la aplicación de la política nacional en materia de protección y conservación del medio ambiente.

Para la provincia del Santa, y para Chimbote en particular, este es un tema de vital connotación, tanto así que, ciñéndonos dentro del marco ambiental propiamente dicho,  bien puede considerarse que es un tema de vida o muerte.

Tras su instalación, el 01 de junio del 2016, la Comisión Ambiental del Santa debió entrar en funciones ese mismo día, pues así lo establece su respectivo  reglamento, el mismo que consta de 11 capítulos  y 41 artículos. Esto sucedió durante la gestión de la alcaldesa Victoria Espinoza García, es decir hace exactamente siete años.

Sin embargo,  por increíble que parezca, después de su instalación la comisión jamás volvió a reunirse. Ni  siquiera durante los cuatro años de gestión del ex alcalde Roberto Briceño Franco. Pues tal como sucede con muchas iniciativas y acuerdos asumidos  a nivel de gobierno local, la Comisión Ambiental Municipal pasó a dormir el sueño de los justos. Ni las autoridades, ni los funcionarios municipales  que hemos tenido a lo largo de estos últimos siete años, se acordaron de ella. Ni tampoco las organizaciones no gubernamentales que se hacen llamar ambientalistas, y que reciben jugosas remesas del extranjero, precisamente en nombre de la defensa del medio ambiente. Todos han ignorado por completo.

Mientras tanto, la ciudad de Chimbote, desde ya una de las más contaminadas del mundo, ha continuado soportando, como desde hace muchos años atrás, la más severa  agresión contra su medio ambiente. Durante más de cincuenta años se ha permitido, por ejemplo, que los desagües industriales y domiciliarios de Chimbote sean arrojados directamente  a la bahía.

Ni qué decir de los frecuentes y pavorosos incendios que sufren los Humedales de Villa María, irónicamente declarada intangible, por parte de inescrupulosos sujetos que lucran con la tala ilegal  de flora silvestre y, para colmo, se hacen llamar trabajadores forestales. Todo apunta a que son ellos quienes prenden fuego a extensas plantaciones de junco y  tortora, con el argumento de que la ceniza que queda a ras del suelo es el mejor  abono natural para una nueva cosecha.

Ha sido, asimismo,  la falta de aplicación de una política coordinada en materia  ambiental, lo que permitió a comienzos del presente año que se destruya una extensa  reserva natural  de la especie  batis marina, ubicada al interior de la Base Naval de Chimbote. Y no solo eso. No se sabe con autorización de quién, últimamente se ha producido la tala indiscriminada de árboles, nada más y nada menos  que en el mismo Vivero Forestal, considerado el pulmón de Chimbote y declarado además patrimonio ecológico de la ciudad. Increíble.

De ahí que, en una decisión que busca poner las cosas en regla y asumir en forma coordinada y concertada la defensa de nuestro medio ambiente, el jueves  de la presente semana el alcalde provincial  Luis Gamarra Alor, puso en marcha la reactivación de la Comisión Ambiental Municipal. No solo se trata de resucitar un muerto. También es hora de recuperar el tiempo perdido.

Si esta comisión comienza  a trabajar desde un primer momento y hace cumplir las normas al pie de la letra, vale decir: si se pone las pilas, estaríamos entonces reiniciando, ojalá con renovados bríos,  una guerra que jamás debimos descuidar; la guerra en defensa de nuestro medio ambiente.