Cuando las municipalidades fallan:
La hermosa ciudad de Caraz, capital de la provincia de Huaylas, a la que Antonio Raimondi bautizó con el nombre de “Ciudad Dulzura”, está viviendo en estos momentos la experiencia más amarga de sus últimos nueve años. Y no es para menos.
En el 2014, merced a un convenció celebrado entre el Ministerio de Vivienda, la Empresa Prestadora de Servicios Chavín y la municipalidad provincial de Huaylas, se puso en ejecución la obra “Saneamiento del Centro Urbano de Caraz” con un presupuesto de S/49´040,892.00.
Este dinero fue transferido por el Ministerio de Vivienda a la municipalidad de Huaylas, con el compromiso de ejecutar la obra en el plazo de un año. Ello no obstante, y a pesar de haberse realizado otras transferencias por un total de S/144´810,007, casi el triple, la obra se mantiene paralizada con solo el 10% de avance. ¿A dónde ha ido a parar tanto dinero?
Solo cambiando de fecha, montos y escenario, esta historia viene a ser la misma que se ha producido en la municipalidad distrital de Conchucos, provincia de Pallasca. En el 2016, el ministerio de Vivienda transfirió a esta comuna distrital un presupuesto de S/2´345,741 para la instalación de los servicios de agua y desagüe a favor de los centros poblados Maraypampa, Quirobamba, Cedro y Monte Grande. Antes del inicio de obra, la comuna distrital de Conchucos entregó al contratista un adelanto de S/1´676,658.00.
Sin embargo, en el 2017 la obra fue liquidada por la municipalidad de Conchucos cuando ésta registraba un avance de tan solo 5%; pasando desde entonces y hasta hoy, a la condición de obra paralizada y abandonada. Cansados de esperar y reclamar sin ser escuchados, en el 2019 las 228 familias afectadas tomaron el local de la municipalidad y estuvieron a punto de prenderle fuego.
Pero la indignación fue mayor cuando se llegó a saber que el alcalde distrital devolvió al contratista el importe de la carta fianza por S/1´360,615.00, aunque para eso tuvo que destituir y reemplazar a la tesorera que se negó a firmar el cheque. Esa es la forma cómo algunas municipalidades provinciales y distritales de Ancash festinan las transferencias que reciben del Estado y perjudican de la manera más perversa a la población que dicen representar. Que se sepa, hasta hoy los autores de esta perversidad no han recibido sanción alguna.
Decimos esto porque, en las últimas semanas. el gobierno regional de Ancash ha iniciado una especie de desembalse de transferencias presupuestales a favor de varias municipalidades provinciales y distritales de la región. Lo que de ninguna manera está mal. Al contrario, esa es la mejor forma de trabajar en equipo; de compartir responsabilidades y de dinamizar el gasto público.
Claro está que, a la hora de rendir cuentas y sumar puntos, las referidas transferencias tienen la equivalencia de “ejecución presupuestal”. Eso explica por qué, después de haber registrado a comienzos de agosto una ejecución del 11%, el gobierno regional ha elevado esta cifra al 28% en menos de dos meses. Que todo sea por el bien de Ancash. Que ya no se realicen transferencias con ineficiencia y ojalá que las historias de Caraz y Conchucos, no se repitan jamás.