Editorial

Todo está podrido

Corrupción en ESSALUD:

Parafraseando un viejo refrán de mal gusto, podría decirse que para la corrupción no se salvan ni los muertos. Acaba de comprobarse que el servicio de cremación, inhumación, recojo y traslado de cadáveres de las víctimas del covid, contratado por funcionarios de la Red Asistencial Ancash de Essalud, fue utilizado para realizar pagos irregulares  por un monto de S/5´223,210.00 en perjuicio de la institución, es decir del Estado.

En un informe elaborado por la Contraloría General de la República, del  cual nos hemos ocupado ampliamente en nuestra edición de ayer, se ha establecido que dos afortunados proveedores, en complicidad con cinco funcionarios de la Red Asistencial  de Essalud, habrían procedido en  la situación de emergencia sanitaria de manera irregular.

Los hechos, materia de este informe del órgano de control del Estado, ocurrieron en el Hospital III de Laderas del Norte durante los años 2020 y 2021, cuando la pandemia del covid mantuvo en zozobra a la población nacional y mundial.

Según dicho informe, los funcionarios comprometidos en estas irregularidades han girado más de doscientas órdenes  de compra y de servicios, cuyos montos dinerarios no coinciden con los respectivos documentos de pago. En otros casos, se ha comprobado que el servicio de inhumación, cremación y traslado de los restos de un mismo asegurado,  con nombre completo y número de DNI, aparece  en dos documentos de pago distintos. Tanto como cambalache, este es un aprovechamiento cruel e inhumano.

No deja de causar desazón que entre los involucrados, aparezca el nombre de un ex funcionario de la Red Asistencia de  Essalud Ancash, Víctor Capristán Vásquez,  quien ahora es el brazo derecho del gobernador regional Fabián Koki Noriega Brito. Con eso, bien podría decirse que aquí… no pasa nada.

Pero resulta que, en su momento,  estas irregularidades  fueron motivo de noticias y comentarios que circularon a viva voz, sin  que los funcionarios de la Red Asistencial se dieran por notificados.  Ya para entonces, se habló del carrusel que existía en los protocolos de inhumación, cremación y entierro de cadáveres, a cargo de un proveedor que no se hallaba acreditado por las autoridades de  salud para prestar este servicio.  Incluso, en plena pandemia,  se sorprendió a servidores del propio hospital de Essalud sustrayendo balones de oxígeno y otros utensilios médicos  para llevárselos con rumbo desconocido.

Más del tiempo necesario han tenido las autoridades  regionales y nacionales de esta institución para destapar la olla de grillos y denunciar a los responsables de todas  estas canalladas. Pero  como quiera  que el que calla otorga, su silencio dice más que mil palabras. Ha tenido que ser la Contraloría General de la República  la que se encargue de levantar el dedo acusador. Se habla de responsabilidades penales y civiles.

Si esto ocurre en una institución pública de servicio social, de la que dependen más de 300 mil asegurados, quiere decir que la corrupción no respeta ni la paz de los muertos y que, por culpa de ella, en la gestión pública de Ancash…todo está podrido.