Editorial

Ahora sí, entre la espada y la pared

Hospital El Progreso:

Ya pasaron dos años y el calvario por el que atraviesa la obra del hospital El Progreso, no tiene cuando acabar. Por el contrario, conforme pasan los días, los meses y los años,  la situación se torna más complicada de lo que se pensaba. Lo peor de todo es que, después de permanecer tres días en Lima, tocando puertas y escuchando malas noticias, la vice gobernador regional Angelli Epifanía Chávez, y el secretario general del pueblo joven El Progreso, Walter Quispe, han  regresado a Chimbote con una respuesta oficial que tiene todas las características de un verdadero chantaje:  o  se concilia con la empresa contratista para reiniciar la obra sin derecho a reclamo  o se deja que ésta quede abandonada por tiempo indefinido. Lo tomas o lo dejas. Un golpe a traición totalmente inaceptable.

Es patético, por decir lo menos, que no solamente los funcionarios del PRONIS y el procurador del Ministerio de Salud,  sino también  el propio ministro del Sector,  César Vásquez, hayan dado por aceptado que el futuro del Hospital El Progreso ya no es responsabilidad de ellos sino  de quienes resuelvan el arbitraje interpuesto por la empresa contratista, la misma que el pasado mes de abril  paralizó la obra en forma unilateral sin siquiera haberla reiniciado. Un arbitraje que, según han adelantado estos mismos funcionarios, va a terminar a favor de la empresa contratista.

Expertos en derecho público, estiman que esta situación bien pudo evitarse el mismo mes de abril si los funcionarios del  PRONIS hubieran  tenido las agallas de actuar a tiempo. No bien el contratista dejó de cumplir con el  reinicio de la obra, PRONIS  debió aplicar las penalidades establecidas en el contrato de obra y no darle tiempo a la empresa contratista de hacerse la víctima con el argumento de haber encontrado muros de concreto de baja calidad. ¿Por qué no hizo dicha advertencia, antes de firmar el contrato y recibir el adelanto?. Si el PRONIS y el procurador del MINSA hubieran  hecho a su debido tiempo lo que tenían que hacer, en este momento otra sería la suerte del hospital El Progreso.

Según han dado a conocer la vicegobernadora regional y el dirigente del pueblo joven El Progreso,  el procurador del MINSA, cuya función es defender los intereses del Estado, ha aceptado a priori que, efectivamente, el arbitraje lo va a perder el Estado  y, según él, lo mejor es “que se concilie, todavía estamos a tiempo”. Con estos defensores, el Estado no va a ganar jamás un arbitraje.

Otro de los  problemas que se mantiene latente es la observación  sobre la falta de aisladores sísmicos, que no figuran en el expediente técnico y  que, a pesar del tiempo transcurrido, aún no ha sido levantada.  Sin esta subsanación, la obra no se podría reiniciar jamás. Mayor daño, imposible.

A dos años de estar viviendo este calvario, el ministro de Salud no se ha tomado la molestia de venir a Chimbote, como si la situación del hospital El Progreso no fuese un asunto de su competencia. Haber permitido que la empresa contratista coloque a Chimbote entre la espada y la pared con aquello de lo tomas o lo dejas, es un chantaje humillante e inaceptable.