Ineficiencia regional:
La historia es ampliamente conocida. De acuerdo con un último informe dado a conocer por la Contraloría General de la República, en todo el ámbito de la región Ancash existen 140 obras públicas paralizadas, en algunos casos con más de diez años en completo abandono, las mismas que, para el estado y para la población ancashina, representan una inversión inútil de S/1,443´099,572.00 soles.
Se calcula que con esta considerable suma de dinero, tranquilamente se ha podido elevar la calidad de vida de muchísima gente y al mismo tiempo mejorar la desastrosa situación en la que se encuentran numerosos locales escolares y centros de salud.
Entre las obras paralizadas, que irónicamente también se pueden considerar emblemáticas, figura el Coliseo Cerrado Gran Chavín de Chimbote, considerado por el ingenio popular como el monumento a la corrupción. Se estima que en esta obra, iniciada durante la gestión de César Álvarez Aguilar y que solo ha quedado en columnas, el gobierno regional de Ancash ha despilfarrado alrededor de 25 millones de soles en coimas y otros pagos irregulares.
Otra de las obras que permanecen en igual situación, es el proyecto de mejoramiento del sistema de abastecimiento de agua potable y alcantarillado de la ciudad de Casma, que representa una inversión de S/27´149,328.00.
El más costoso de estos proyectos paralizados es la carretera Lacramarca Baja-Santa Ana-Huaylas, con proyección a Huacaschuque-Lacabamba-Conchucos-Consuso-La Libertad, cuyo presupuesto es de S/284´298,001.00. Por eso, Ancash es una región paralizada.
El clamor de la gente es que estas obras se reinicien lo antes posible y justamente para eso, el gobierno central ha promulgado el Decreto Legislativo N° 1584. Pero de acuerdo con este dispositivo, para que una obra paralizada pueda reiniciarse, tendrá necesariamente que cumplir al menos con dos requisitos elementales. Primero, deberá acreditar un avance mínimo del 20 por ciento y, segundo, deberá tener actualizado el expediente técnico para convocar a licitación el saldo de la obra, además de haber gestionado ante el MEF la respectiva disponibilidad presupuestaria.
Si después de diez años de abandono, estos proyectos ya prácticamente se han borrado en la mente de mucha gente, es fácil deducir que la misma suerte habrían corrido en los fueros del gobierno regional de Ancash. Cada nueva gestión que ha desfilado por el ente regional, se ha dedicado a jugar su propio partido, de espaldas a las tribunas y sin mostrar el más mínimo interés por las obras paralizadas “de otra gestión”.
En el primer año que ya está por cumplir la actual gestión regional, se ha podido advertir que la tendencia se mantiene. De lejos se nota que no hay voluntad política y menos capacidad técnica para reparar el daño que se le ha hecho a la población. Eso quiere decir que, al menos en los próximos tres años, vamos a tener 140 razones para perder la fe en la reactivación de Ancash.