Editorial

Germán Ostolaza

Justo y merecido reconocimiento:

Leyenda viva del deporte chimbotano. Un caballero dentro y fuera de la cancha. Entre muchos otros, estos dos títulos, adjudicados  espontáneamente por el pueblo de Chimbote, resumen en pocas palabras los atributos  y méritos personales que identifican al señor Germán “Papi” Ostolaza Ostolaza. A todo lo largo de su vida, este destacado deportista, capitán histórico del club José Gálvez,  ha logrado desarrollar una fructífera trayectoria que ahora es tomada como  ejemplo por las nuevas generaciones.

Referirse a “Papi” Ostolaza no es precisamente ensayar un culto a la personalidad. Él no lo necesita. En el mejor de los casos, hablar de Papi Ostolaza es, por encima de cualquier otro acierto, rendir un culto a los valores morales y personales. El reconocimiento a este singular  atributo, ha dado lugar justamente al acto más emotivo que se ha realizado  con ocasión del 117 aniversario de la creación distrital de Chimbote, ceremonia en la cual Germán Ostolaza fue condecorado por el alcalde provincial, Luis Gamarra Alor, con la Medalla de la Ciudad.

A propósito, en una semblanza que hemos publicado en nuestra edición de ayer, el abogado Denis Rojas Narváez, colaborador columnista de esta casa editora,  narra una anécdota  que pinta de cuerpo entero la valía personal de este ejemplar deportista.  Después de colgar los chimpunes, Papi Ostolaza  jamás se apartó de la actividad deportiva. Su pasión por esta disciplina lo llevó a las canchas de la dirigencia, en una oportunidad como Jefe Provincial del Instituto Peruano del Deporte.

Fue en esa condición cuando Papi Ostolaza asumió la iniciativa de construir cuatro graderías en el estadio Manuel Gómez Arellano, para poder instalar 120 butacas y brindar así una  mejor comodidad al público asistente. Acompañado de otros dos directivos, Papi Ostolaza acudió a una agencia bancaria de la localidad con el propósito de  gestionar un crédito que  permitiera llevar a cabo esta iniciativa. No era posible que el primer escenario deportivo de Chimbote, donde el Gálvez disputaba el campeonato descentralizado, careciera de estas comodidades. El préstamo se devolvería con la taquilla.

Luego de escuchar detenidamente al jefe del IPD, las palabras del administrador de la agencia bancaria no se hicieron esperar. “Ustedes no tienen dinero y tampoco garantías, pero tienen honor, prestigio familiar, solvencia moral y con eso basta”, dijo por toda respuesta. El préstamo fue aprobado en el acto y, no obstante que el banco otorgó un plazo de 90 días para devolverlo,  la gestión de Papi Ostolaza lo canceló  totalmente en el corto plazo de 45 días. Un caballero, dentro y fuera de la cancha.

Anteayer, en el marco de la sesión solemne convocada para rendir homenaje al 117 aniversario de la creación de Chimbote, Germán Ostolaza fue condecorado por el alcalde Luis Gamarra Alor con la Medalla de la Ciudad, la más alta distinción que otorga la municipalidad provincial del Santa a las personalidades que han dado prestigio y han puesto en alto el nombre de Chimbote.

Ante un público que abarrotó el auditorio del Palacio Municipal, el histórico capitán del Club José Gálvez, recibió emocionado  esta alta distinción. Lo hizo acompañado de su esposa y de sus dos hijas, una de las cuales, Ericka, se encargó de pronunciar las emotivas palabras de agradecimiento en representación de su padre.

Gracias Papi Ostolaza, por todo lo que has hecho y le has dado a Chimbote. Lo que has recibido con la Medalla de la Ciudad es una muestra del aprecio y reconocimiento que con toda justicia te rinde el pueblo de Chimbote.