Nuevo Chimbote:
Sin vuelta que darle, no cabe duda que la eficiencia y efectividad de una gestión municipal no se mide solo por la cantidad de asfalto, cemento y ladrillo que utiliza. Los resultados de una gestión municipal van de la mano con la aplicación del principio de autoridad; es decir con su capacidad para cumplir y hacer cumplir las normas de desarrollo y ordenamiento urbano
Decimos esto porque desde la década de 1990 el propietario del restaurant Rico Chimbote, ubicado en la urbanización Santa Cristiana, mantiene invadido un especio público destinado a áreas verdes, sin que hasta el momento nada ni nadie se atreva a enmendar esta trapacería. Hecho que no hace sino poner en clara evidencia que la municipalidad distrital de Nuevo Chimbote, creada en 1994, no ha sido capaz hasta hoy de imponer el principio de autoridad.
Tanto como una facultad inherente a su razón de ser, la imposición del principio de autoridad es una prerrogativa que dicha comuna está obligada a cumplir por mandato de la Constitución y demás leyes de la república, pero que, repetimos, en este caso es letra muerta.
Desde el año 2021, la orden judicial para que la comuna neochimbotana proceda a ejecutar la desocupación de dicha área, es un mandato pintado en la pared; un saludo a la bandera. Se dice que la orden de desalojo circula de un escritorio a otro dentro de las oficinas del municipio, como si fuera un lingote de fierro al rojo vivo, sin que ninguno de sus funcionarios, empezando por el procurador municipal, se atreva siquiera a tenerlo en su poder. Todos se lavan las manos.
Esta ominosa situación es una historia ampliamente conocida. Hace treinta años, para ampliar su concurrido local, el propietario del referido restaurante no tuvo mejor idea que invadir de 300 metros cuadrados destinados a área verde; un espacio de uso público que, sin el menor reparo, no solamente cercó y techó. También instaló mesas y sillas alrededor de un enorme y peligroso poste de alta tensión.
Pero ahí no queda todo. Con el paso de los años y como quiera que el mal ejemplo siempre cunde, el propietario de la vivienda colindante también invadió una parte de la vía pública, donde igualmente permanece hasta el días de hoy, como si nada pasara.
Por enésima vez, en declaraciones prestadas al Diario de Chimbote, el dirigente de los moradores de la urbanización Santa Cristina, Ronald Rubiños Guanilo, se ha visto obligado a alzar su solitaria voz de protesta. Públicamente, ha vuelto a emplazar a las autoridades y funcionarios de la municipalidad de Nuevo Chimbote para que cumplan con el mandato de desalojo.
Pues a nivel de opinión pública, ha empezado a tomar cuerpo una versión que no deja de causar inquietud. Se afirma que esta inoperancia no sería casual ya que detrás de ella existiría otro tipo de intereses. El área invadida ocupa la esquina formada por dos de las principales arterias del distrito de Nuevo Chimbote, las avenidas Brasil y Anchoveta, precisamente frente al hospital Regional, un lugar ideal para la construcción de un conjunto habitacional o un gran local comercial, con todos los resultados económicos que eso podría significar.
Sea fundada o no esta inquietud, lo cierto es que ya es hora que la municipalidad distrital haga lo que la población pide a gritos: que se faje bien los pantalones e imponga de una vez por todas el principio de autoridad. ¿O es mucho pedir?