Tan pronto como se colocó el fajín de ministro de estado, una de las primeras acciones que debió haber realizado el titular del ministerio de Salud, César Henry Vásquez Sánchez, es haber venido a la ciudad de Chimbote para verificar in situ la paralización, hace ya más de dos años, de la obra de construcción del hospital El Progreso.
El 19 de junio del 2023, en el momento de juramentar el cargo en Palacio de Gobierno, el ministro Vásquez Sánchez prometió al país que iba a desempeñar sus funciones “sin cometer actos de corrupción”. De ahí que, a más de seis meses de haber asumido la conducción del ministerio de Salud, su presencia en Chimbote sigue siendo indispensable, no solamente para que se corrijan los errores de orden técnico y penal que se han cometido en la gestión de la obra, sino también para poder reiniciarla, como es el clamor del pueblo de Chimbote.
Su presencia, ya varias veces prometida pero hasta hoy incumplida, en indispensable para poner en evidencia que, en efecto, el gobierno central es el primer interesado en dar solución a este problema. Pues hasta el día de hoy, de nada ha valido que los dirigentes vecinales del pueblo joven El Progreso y otros representantes de la sociedad civil, realicen incontables viajes a Lima en busca de dicha solución. Además de perder tiempo y dinero, lo único que han conseguido son evasivas, falsas promesas y desengaños.
En una de estas visitas ya se había concertado el arribo a Chimbote del ministro Vásquez Sánchez, fijándose como fecha el día de ayer, miércoles 10 de enero. Sin embargo, ayer mismo una asesora del despacho ministerial llamó al secretario general del pueblo joven El Progreso, Walter Quispe, para comunicarle que la anunciada visita finalmente no se iba a realizar. Pues a última hora, el ministro de Salud prefirió acompañar a otros ministros en un viaje a la ciudad de Tumbes.
Para el dirigente vecinal y para el pueblo de Chimbote, esto es una burla. Una burla mórbida y sistemática. Es inconcebible que se actúe con tanta indiferencia ante la presencia de una obra que ya lleva más de dos años paralizada y con apenas el 10 por ciento de avance, no obstante que el estado ha pagado adelantos que bordean los 40 millones de soles.
Por donde quiera que se le mire, todo esto es una burla. Durante más de veinte años, los pobladores de El Progreso y de otros pueblos vecinos, con una población que supera los 80 mil habitantes, han realizado agotadoras marchas y gestiones solicitando la construcción de este nosocomio. Por esa razón, el 2 de julio del 2021, cuando el PRONIS inició la obra, el pueblo de Chimbote volvió a salir a las calles, esta vez para celebrar la buena nueva.
Sin embargo, apenas dos meses después y sin brindar ninguna información a la comunidad, el primer contratista paralizó la construcción de la obra por una razón que dejó atónitos a todo el mundo. El expediente técnico no había considerado la instalación de aisladores sísmicos, que hoy por hoy es un requisito indispensable en toda edificación de esa naturaleza, precisamente para amortiguar el impacto de todo movimiento telúrico. Con mayor razón por hallarse Chimbote en una zona de declarada incidencia sísmica. ¿Cómo pudo el PRONIS pasar por alto semejante omisión?. Este fue el detonante para que en marzo del 2022 recién se hiciera público dicho entrampamiento, obligando al PRONIS a tener que resolver el contrato.
Coincidentemente, en marzo del 2023, después de haber obtenido la licitación en diciembre del 2022, el segundo contratista, obligado por las circunstancias, anunció que no podía reiniciar la obra por otra razón igualmente insólita. Varios paños de concreto ejecutados por el primer contratista, no reunían los estándares de calidad y debían ser demolidos. ¿Por qué no se advirtió este impasse antes de firmar el contrato de obra y de recibir el adelanto?.
Ha sido en medio de esta tirantez que saltó a la luz otro hecho con ribetes de escándalo. Una de las empresas que integran el consorcio que obtuvo la segunda licitación, no presentó una carta fianza como lo exigen las normas de contratación con el estado. Nadie se explica cómo es que, en vez de eso, PRONIS haya aceptado la presentación de una “línea de crédito” por más de 30 millones de soles, otorgada por una cooperativa de ahorro cuyo capital social es de tan solo 600 mil soles. Para no creerlo.
A pesar de todo, el segundo contratista no solo ha paralizado la obra y se habría quedado con el adelanto otorgado. También ha iniciado un proceso de arbitraje, lo que supone un pago adicional por supuestos daños y perjuicios. Pero ahí no queda todo. A cambio de renunciar al arbitraje, el contratista ha convencido al Procurador del Ministerio de Salud para arribar a una conciliación, con la promesa de reiniciar la construcción del hospital. Pero para lograr esta conciliación, era indispensable la aceptación de la parte interesada, es decir la sociedad, representada en este caso por la dirigencia del pueblo joven El Progreso. Hecho que finalmente se pudo obtener.
Justamente la visita a Chimbote que ofreció realizar ayer miércoles el ministro de Salud y que no se cumplió, iba a servir para respaldar políticamente la referida conciliación y asimismo el reinicio de la obra, pero ahora vemos que todo ha sido una burla; algo que de ninguna manera el pueblo de Chimbote puede dar por aceptado, venga de donde venga.