Por: Fernando Zambrano Ortiz
Analista Político
El globalismo no nace espontáneamente, como algo acabado y mucho menos visible y evidente. A diferencia de quienes piensan que el globalismo es el socialismo moderno, considero que el globalismo es el capitalismo moderno, cuyos fines son enteramente mercantilistas. Es obvio que, en la base del globalismo, en los términos en que se presenta desde fines del siglo XX, está el capitalismo.
Cada nación tiene derecho a seguir sus propias costumbres, creencias y tradiciones, situación a la que se contrapone el globalismo, que pretende transformar el mapa del mundo, no solo en lo que puede representar la geografía o la historia, sino también las conciencias y su sistema de valores. Es por ello que en LATAM nuestros países democráticos siempre estarán por encima de gobiernos globales, el control y la dominación globalista.
Los objetivos del globalismo imparten una doctrina del odio y un sistema de anti valores, contrarios a la naturaleza humana y contrarios al propio nacimiento humano. Destruyen los pilares de nuestros países para allanar el camino y avanzar en sus repugnantes objetivos de lucro.
Si bien Cuba utilizó el Foro de Sao Paulo para imponer el socialismo en LATAM, dicho objetivo político se desvaneció en el tiempo hasta ser superado por el globalismo, cuyo objetivo es mayor.
Es así que el socialismo se convirtió en un simple vehículo para el logro de objetivos globalistas mayores. A los globalistas no les interesa si el gobierno es de derecha, centro o izquierda, mientras esté alineado a sus intereses y estrategias, que pasan por debilitar y luego acabar con la representación política y el colapso del proceso democrático, a favor de una sociedad abierta gestionada globalmente
En dicho objetivo común, los hijos del Foro de Sao Paulo que lograron llegar al Poder, priorizaron su afán de lucro personal, destruyendo las arcas fiscales de sus países con gigantescos escándalos de corrupción.
La agenda socialista del siglo XXI fue superada por la seudo doctrina del globalismo, que carece de fundamentos políticos ideológicos, y cuyo objetivo es mucho más peligroso: destruir la humanidad tal como la hemos concebido a través de la historia, tomando el control de las mentes de los ciudadanos.
Para ello destruyen instituciones y valores propios de cada sociedad, sustituyéndolas por antivalores. Destruyen todo aquello y a todos aquellos que importen un obstáculo para la implantación de su agenda, sin importar si se trata de libertades y derechos fundamentales. Atacan la fe religiosa, destruyendo instituciones como el matrimonio, la vida, la sexualidad, etc.; propiciando el ateísmo, el aborto y el homosexualismo.
Cuando se trata de opositores, buscan su destrucción generando feroces persecuciones políticas, utilizando para ello a operadores políticos infiltrados en las instituciones propias de la administración de justicia. Han llegado a normalizar la extorsión para lograr investigaciones fiscales y fallos judiciales acorde a sus intereses.
Pero también, generan campañas de desinformación y difamación, esta vez valiéndose de medios de comunicación que sin escrúpulos se prestan para tales fines ilícitos. Una red de ONGs creadas ex profesamente para corromper la justicia y accionar ante cortes internacionales contra opositores, forman parte de estas organizaciones criminales en LATAM. Es decir, no es que se haya politizado la justicia; es todo lo contrario, se ha judicializado la política, para facilitar el tránsito hacia el globalismo, vendiendo la falacia del progresismo.
En conclusión, el globalismo es una falange de globalización, y el socialismo del siglo XXI tan solo uno de los tantos vehículos utilizados para un objetivo mayor fijado por el globalismo: acabar con la soberanía de los países convirtiéndolos en Estados plurinacionales. En pocas palabras, el globalismo es la seudo ideología de la globalización.