Editorial

Impunidad, el elíxir de la corrupción

Que la región Ancash se mantenga a la cabeza del ranking de la corrupción nacional, es una constante que, por lo mismo,  hace tiempo ha dejado de ser  novedad.  En todo caso, la noticia que todos quisiéramos que se produzca algún día sería que  Ancash descienda a los últimos lugares de este ominoso ranking y que se sacuda para siempre de este cáncer maligno que corroe sus entrañas.

Pero por lo visto, la posibilidad de detener el avance de esta mal continúa siendo  una utopía. Pues  por segundo año consecutivo, Ancash ocupa el primer lugar entre las regiones más corruptas del país. Y lo que es peor, semejante ignominia no es motivo de ninguna preocupación para sus protagonistas.  Funcionarios que laboran en organismos del  gobierno central, gobierno regional y municipalidades de la región, se han esmerado en cometer las mismas y  hasta peores irregularidades, dando lugar a que los estragos del cáncer se generalicen.

De acuerdo con un último informe dado a conocer por  la Contraloría General de la República,  durante el ejercicio presupuestal del año 2023 diversas dependencias públicas de la región Ancash han registrado un perjuicio económico de S/36´359, 683 en agravio del Estado. El mal se traduce en obras y servicios mal ejecutados, que afectan a una inmensa población irónicamente llamada beneficiada.

El informe revela asimismo que son 304 los funcionarios regionales, plenamente identificados, que aparecen como autores materiales en este perjuicio económico, quienes cargan sobre sus hombros el peso de responsabilidades administrativas, civiles y penales. Motivo más que suficiente para que sean separados de la administración pública. Pero en vista que la Contraloría ya no tiene facultades para sancionar a estos malos funcionarios, ni siquiera con un jalón de orejas, todo hace pensar que estos angelitos van a seguir impunes, libres de polvo y paja, riéndose de la justicia.

Esperar que el Ministerio Público formalice una denuncia contra ellos y que conlleve a sancionarlos, es como esperar que llueva de abajo para arriba.  Decenas de denuncias procedentes de la Contraloría, están llenándose de hongos en los archivos de la Fiscalía. A lo mucho, como ya es costumbre, estos malos funcionarios se ven obligados a rotar de una dependencia pública a otra, donde pasan a desempeñar los mismos cargos, extendiendo y fortaleciendo a todo nivel las raíces de la corrupción. Después de todo, existen numerosas  empresas contratistas  que  necesitan de ellos, sin importar en qué dependencia o en qué municipalidad de la región se encuentren. En todo momento el corruptor necesita del corrupto y viceversa.

Es por eso que ninguna prerrogativa puede incentivar más el aumento de la corrupción que la impunidad del corrupto. En tanto éste no sea ejemplarmente sancionado y separado de la gestión pública, siempre tendrá las puertas abiertas en cualquier dependencia pública  de Ancash  para seguir haciendo de las suyas.

Lamentablemente, cuando estamos en vísperas de ingresar al tercer mes del segundo año de gestión regional, no se advierten síntomas de una lucha frontal contra la corrupción. Por el contrario, existe un notorio conformismo dominado por aquello de dejar hacer, dejar pasar, y no hacerse problemas con nadie. La cantidad de expedientes técnicos pésimamente elaborados y obras públicas trabadas por años, con millones de soles mal utilizados y miles de pobladores afectados, solo tiene una explicación: el cáncer de la corrupción.

De ahí que mientras no se utilice el antídoto de la sanción, la impunidad seguirá siendo el elixir para que la corrupción regional se fortalezca.