Por: Oscar Wong (*)
Hemos escuchado infinidad de veces que “la seguridad ciudadana es tarea de todos”; bajo esta premisa, debe entenderse que la responsabilidad recae tanto en los ciudadanos como en el Estado. Si bien esta frase no deja de tener cierta verdad, no concuerdo con el uso que se le da actualmente. Resulta ser que “tarea de todos” significa hoy en día, que para mantenerte seguro no debes salir a la calle ni con celular, tablet, laptop, mochila, cartera, joyas ni cualquier otro elemento que aparente tener valor; de lo contrario podrías resultar víctima del terrorismo urbano que hoy campea en nuestro país. Resulta ser que “tarea de todos” significa hoy en día, que para estar seguro en tu casa, debes enjaularte y poner los mejores y más eficientes elementos de seguridad y protección. Resulta ser que “tarea de todos” significa hoy en día, no dejarnos amedrentar por las innumerables extorsiones de las que somos testigos. Al menos, eso es lo que se viene propagando como “buen” consejo por parte de ciertas autoridades y medios informativos a nivel nacional como medida para remediar la inseguridad en la que vivimos.
De esta manera, la frase “tarea de todos”, pretende que la seguridad ciudadana deje de ser responsabilidad del Estado y se convierta en la nuestra; siendo nosotros exclusivamente responsables de lo que nos pase y por lo tanto estamos obligados a tomar todas las previsiones necesarias para nuestra propia seguridad. Esto es algo absurdo y no podemos tolerarlo dentro de un estado democrático y de derecho. La verdad resulta evidente, nos encontramos en un completo “estado de abandono” por parte de nuestras autoridades inoperantes; y esto afecta a todos, tanto a los estratos socioeconómicos más acomodados como a los más humildes y que resultan ser mayoría en nuestro país, aquellos cuyas pocas pertenencias son también sustraídas o arrebatadas por esta gente del mal vivir. La criminalidad y las nuevas formas de delincuencia han rebasado toda capacidad del gobierno, volviendo ineficiente toda acción que hasta el momento se haya pretendido ejecutar, los “estados de emergencia” anunciados y única medida de gobierno vista hasta el momento, como se dice popularmente, son un saludo a la bandera. No sería justo, no reconocer el esfuerzo que hacen los miembros de ciertos organismos públicos relacionados a este tema; pero este esfuerzo, lamentablemente resulta no ser suficiente.
Hay que aclarar algo y de forma categórica. No, no es nuestra responsabilidad, es absoluta responsabilidad del Estado y de los gobiernos subnacionales asegurar las mínimas condiciones que nos permitan vivir sin temor a ser víctimas de la criminalidad. Nuestra participación y responsabilidad como ciudadanos es muy limitada, es colaborar con las acciones que estos realicen para que logren cumplir su finalidad, que es, asegurar y mejorar nuestra convivencia y desarrollo. Según el Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo, la seguridad ciudadana es considerada un bien público y se establece para fortalecer y proteger el orden civil; no trata solo de reducir delitos sino también mejorar la calidad de vida, el acceso a la justicia y la educación basada en principios y valores (PNUD, 2014). La seguridad ciudadana, es la acción de los gobiernos para proteger a sus ciudadanos y no al contrario, no son los ciudadanos protegiéndose así mismos para volver más seguro el país y/o al Estado. Según el análisis de Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI, 2024), a diciembre del 2023, un 30% de la población urbana de 15 a más años de edad de la principales ciudades del país, han sido víctimas de algún hecho delictivo. Este resultado se ha visto incrementado hasta en un 10% versus el año 2021, tan igual como lo hace el indicador nacional urbano. Podría decirse que, a diciembre del 2023 casi un tercio del país es o ha sido víctima de la criminalidad.
En el Perú, desde el año 2003 existe la Ley N°27933, ley del sistema nacional de seguridad ciudadana; cuyo fin es elaborar y ejecutar políticas públicas eficientes y efectivas a nivel multisectorial e interinstitucional en cada uno de los niveles de gobierno, mediante el Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana (CONASEC) y los respectivos comités regionales, provinciales y distritales. Siendo así, entonces debemos entender que para estar como estamos, este importante trabajo del Estado ha sido paupérrimo, mediocre y negligente. No podemos seguir viviendo así. Necesitamos cambios inmediatos y de manera urgente. Exigimos a nuestras autoridades a tomar verdaderas cartas en el asunto.
(*) Abogado, MBA Centrum, Mtr. en Liderazgo EADA España. Mtr. en Biblia y Teología DTS EEUU (en curso)
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