Igual que en los momentos cruciales de un encuentro de fútbol o de una partida de ajedrez, también en la gestión pública el cambio de estrategia suele ser decisivo para dar vuelta al partido y obtener un resultado favorable; solo que en el terreno de la gestión pública, y a fin de evitar de antemano cualquier resultado adverso, el cambio de estrategia necesita de una buena dosis de voluntad política, que a nivel de gobierno es la varita mágica que todo lo hace posible.
En julio del año pasado, cuando el primer ministro Alberto Otárola anunció en la ciudad de Huaraz la decisión del gobierno central de apoyar las gestiones del gobierno regional de Ancash para concretar la construcción del nuevo hospital Víctor Ramos Guardia de esa ciudad, hasta ese momento la única empresa dispuesta a participar en la ejecución del proyecto mediante la modalidad de obra por impuesto era la minera Antamina.
Para entonces, ya desde el 2021 Antamina, a través de una carta de buena intención, había oficializado ante el gobierno regional de Ancash y ante el mismo ministerio de Economía y Finanzas, su disponibilidad de invertir la suma de 330 millones de soles en esta obra llamada a beneficiar a más de un millón de ancashinos.
Sin embargo, el desencuentro entre esta propuesta y la contrapropuesta del gobierno, habría de producirse en el momento mismo en que el premier Otárola anunció que el presupuesto requerido para la construcción del hospital no era 330 sino más de mil millones de soles. Más del triple de lo que Antamina tenía en cartera.
Todos recordamos la reacción del gobernador regional Fabián Koki Noriega cuando la empresa minera dijo que no estaba dispuesta a invertir un sol más, no solo por razones de liquidez e inmediatez sino también debido a los topes establecidos por la Ley 29230, ley que impulsa la inversión pública regional con participación de la inversión privada.
En aquel momento, a la empresa minera no le quedó otra alternativa que advertirle al gobierno: lo tomas o lo dejas. Justamente, también está en nuestra memoria que, en un arrebato de intolerancia e impertinencia, el gobernador Koki Noriega amenazó con paralizar la región para exigir que Antamina, se encargue de ejecutar el hospital. Guerra a muerte a la inversión privada.
Alguien entonces se encargó de hacerle un llamado a la ecuanimidad, obligándolo a dar marcha atrás. Después de todo, de acuerdo con las reglas de juego establecidas por la ley 29230, Antamina estaba facultada para formar un consorcio con una o más empresas privadas a fin de completar el presupuesto y de esa manera llevar adelante el proyecto. Y para eso no había necesidad de lanzar amenazas ni hacer pataletas.
En el marco de este escenario y con la asistencia técnica de Pro Inversión, desde agosto del año pasado se han venido realizando mesas de trabajo con la participación de las empresas Antamina, Win Empresas SAC, Energía Perú S.A. y Aeropuertos del Perú, todas ellas interesadas en conformar el referido consorcio.
Ello no obstante, el cambio de las reglas de juego y con ello el cambio de estrategia, vendría a través del Decreto Supremo N° 011-2024-EF promulgado el 10 del presente mes, el cual flexibiliza los topes de participación de la inversión privada en la ejecución de obras por impuesto. Dicho y hecho. El 14 de febrero, apenas cuatro días después, la empresa Win ha remitido al gobernador regional de Ancash el Oficio N° 28-2024 en el que formalmente ofrece asumir el 100 por ciento del presupuesto requerido para la ejecución del proyecto, sin necesidad de esperar la formación de un consorcio. Mejor propuesta, jamás.
Por lo que se puede ver, la propuesta de Win Empresas SAC tiene mucho que ver con la promulgación del Decreto Supremo N° 011, el mismo que a su vez ha puesto en evidencia una buena dosis de voluntad política de parte del gobierno. ¿De la mano de quién?. Todas las miradas apuntan al premier Alberto Otárola Peñaranda, huaracino de nacimiento y una de las figuras de mayor ascendencia en el gobierno de Dina Boluarte, quien no sería nada raro que a estas alturas ya esté pensando en un cercano futuro político.
Por ahora, la pelota está en campo del gobernador regional Koki Noriega, cuya reacción es aún desconocida y difícil de predecir. Todo depende de la magia llamada capacidad de gestión y voluntad política.