Por: Fernando Zambrano Ortiz
Analista Político
En un escenario ficticio donde la historia se entrelaza con la actualidad, se plantea un panorama desolador en el mundo de los medios de comunicación. Si nos trasladáramos a diferentes épocas y lugares, veríamos cómo la manipulación y la parcialidad han corrompido la esencia del periodismo, convirtiéndolo en un instrumento de propaganda y activismo político.
En Roma, los medios de comunicación de la progresía globalista invitarían a Nerón para hablar sobre el combate a los incendios forestales, en una clara muestra de cómo se privilegia la audiencia sobre la veracidad y la objetividad. En la Italia de los años 20, Mussolini sería presentado como una voz autorizada para hablar sobre comunismo, distorsionando la información y manipulando la opinión pública.
Si retrocediéramos en el tiempo hasta la España de los años 40, Franco sería el invitado imparcial para opinar sobre democracia, mostrando cómo los medios de comunicación pueden ser utilizados como herramientas de propaganda y control ideológico. En el Perú de los años 70, Velasco sería el exclusivo portavoz del desarrollo agroindustrial, mientras que, en los años 80, Abimael sería presentado como experto en democracia, evidenciando la falta de pluralidad y objetividad en la cobertura mediática.
La prensa ha perdido su rumbo al abandonar el periodismo en favor del activismo político de izquierda progresista, convirtiéndose en vocera de una agenda globalista y utilizando sus plataformas para atacar a aquellos que no se alinean con su pensamiento. La dependencia casi exclusiva de la publicidad estatal ha relegado la ética periodística a un segundo plano, priorizando los intereses mercantilistas de los dueños de los medios de comunicación.
El avance tecnológico ha exacerbado esta situación, llevando a una crisis de credibilidad y objetividad en la información. Las universidades, en lugar de formar periodistas imparciales, han graduado activistas políticos disfrazados de comunicadores, contribuyendo a la degradación de una profesión que alguna vez fue sinónimo de integridad y verdad.
Nos enfrentamos a un momento crítico en el que la profesión periodística se encuentra en peligro de extinción, minada por la influencia de la progresía globalista y la falta de ética en la práctica informativa. Es imperativo reflexionar sobre el papel de los medios de comunicación en la sociedad y abogar por un periodismo verdaderamente independiente, objetivo y comprometido con la verdad.