El reciente y ya consuetudinario retorno del médico Antonio Solórzano Pérez como director del hospital La Caleta y el nombramiento de su colega Alex Corcuera Cruz como nuevo director de la Red de Salud Pacífico Norte, cambios que se han producido en el transcurso de los últimos tres días, han vuelto a poner en evidencia la improvisación y la inestabilidad que desde hace ya buen tiempo impera en el manejo del servicio de salud por parte del gobierno regional de Ancash.
Todos sabemos que el cambio de funcionarios en la administración pública es pan de cada día. Pero también se sabe que estos cambios pueden ser saludables y hasta cierto punto necesarios, siempre y cuando se encuentren debidamente justificados. Sin embargo, cuando la remoción de un funcionario se realiza de manera compulsiva o antojadiza, o solamente para satisfacer intereses personales o imponer aquello de “aquí quien manda soy yo”, la cosa ya es diferente. En esto último no es el principio de autoridad ni el prestigio de la institución lo que prevalece, sino el abuso de autoridad y anteposición de intereses subalternos.
Sabemos perfectamente que el nombramiento de funcionarios en el gobierno regional de Ancash, antes que una designación basada en la experiencia laboral y méritos académico, es un pago de favores. El acceso a todo cargo de confianza implica la incondicionalidad de cumplir órdenes sin dudas ni murmuraciones, igual que en los cuarteles militares. Cualquier acto o señal de marchar contra esa corriente, es causal de cese o remoción inmediata.
Un ejemplo a nivel nacional de dicha inestabilidad, se produjo durante el efímero gobierno del ex presidente de la república Pedro Castillo. Más de treinta ministros de estado fueron nombrados y cesados en menos de año y medio.
De ahí que, lo que de ninguna manera puede pasar por alto es la frecuencia con la que, más de los días, se produce el cambio de titulares en la Dirección Regional de Salud de Ancash y sus diferentes dependencias. Cambio que se hizo aún más notorio durante la pandemia del Covid 19 cuando el gobierno central, al amparo de la situación de emergencia, realizó transferencias millonarias para la compra de medicinas y la contratación de servicios complementarios. Una de las causas por la que el ex gobernador Juan Carlos Morillo Ulloa fue a parar a la cárcel, fue precisamente el manejo de estas transferencias.
Todos recordamos que fue por esa época cuando funcionarios traídos de Lima y Callao coparon los cargos claves de la Dirección Regional de Salud y eran ellos quienes se daban el lujo de cambiar directores y administradores en todos los hospitales de la región. Claro, siempre que éstos cumplieran sus órdenes al pie de la letra. Hasta una enfermera llegó a dirigir por unas semanas el hospital Regional Eleazar Guzmán Barrón.
Eso explica porque el servicio de salud en la región Ancash ha llegado al extremo en que se encuentra. El déficit de atención hospitalaria, la falta de medicamentos en los centros de salud y el retroceso de las acciones de prevención, son la más clara demostración de la forma cómo viene trabajando la Dirección Regional de Salud. Los estragos que viene causando el dengue, es un a prueba.
Si los cambios que motivan este comentario van a servir para contrarrestar esta situación, en buena hora. Pues tal como están las cosas, todo indica que estamos mal de salud.