Opinión

Primero de Mayo

Por: WALTER MIGUEL QUITO REVELLO

El primero de mayo, es el Día Internacional del Trabajador en conmemoración de la sangrienta represión que sufrieran los obreros de la fábrica McCormick, durante varios días de abril y mayo de 1886, en la ciudad de Chicago. Sin embrago, en la actualidad es un día de diversión. Atrás quedo la reflexión de las condiciones laborales de los trabajadores. Que me trae a la memoria la novela “El zorro de arriba y el zorro de abajo” de José María Arguedas.

En Estados Unidos de 1886, la jornada de trabajo podía extenderse hasta más de 16 horas de ahí nace la “Noble Order of the Knights of Labor” (Noble Orden de los Caballeros del Trabajo) que agrupaba a la mayor parte de los asalariados y llevaba adelante una sostenida campaña para lograr que la jornada laboral se limitara a 8 horas y muchos empresarios acataban por temor a las huelgas. Pero, los dueños de McCormick no aceptaron el cambio. Por lo que sus trabajadores paralizaron en los alrededores de la fábrica. La empresa recurrió a la policía, que los disperso a balazos causando numerosos muertos y heridos el primero de mayo. Lo mismo sucedió el dos y tres de mayo. El cuatro de mayo se concentraron y volvieron a sufrir la violencia de la caballería policial. En medio del caos, estalló una bomba. Este hecho, históricamente conocido como el “atentado de Haymarket”, tuvo como consecuencia el enjuiciamiento de seis obreros inocentes, a quienes hoy se les conoce como los “Mártires de Chicago”.

El periodista Adolph Fischer, redactor del periódico Arbeiter Zeitung, escribió: “Trabajadores: la guerra de clases ha comenzado. Ayer, frente a la fábrica McCormick, se fusiló a los obreros. ¡Su sangre pide venganza! ¿Quién podrá dudar ya que los chacales que nos gobiernan están ávidos de sangre trabajadora? Pero los trabajadores no son un rebaño de carneros. ¡Al terror blanco respondamos con el terror rojo! Es preferible la muerte que la miseria. Si se fusila a los trabajadores, respondamos de tal manera que los amos lo recuerden por mucho tiempo. Es la necesidad lo que nos hace gritar: ¡A las armas! Ayer, las mujeres y los hijos de los pobres lloraban a sus maridos y a sus padres fusilados, en tanto que en los palacios de los ricos se llenaban vasos de vino costoso y se bebía a la salud de los bandidos del orden…, ¡Secad vuestras lágrimas, los que sufrís! ¡Tened coraje, esclavos! ¡Levantaos!

Como si el tiempo no hubiera pasado, las condiciones de trabajo son prácticamente las mismas, conserveros y harineros que trabajan más de doce horas, cortadores de caña que viven en condiciones miserables, trabajadores bajo el régimen agrario, los sistemas de esclavitud del Estado como el régimen CAS, que diferencia los derechos de un trabajador con otro, las trabajadores del hogar, los trabajadores bajo SERVI, en el sector agrario. Yanaconas de nuevo tiempo. A cambio de la muerte te sentencia a 15 años por realizar o participar en una huelga para reclamar tus derechos.

Frente a esa realidad, los sindicatos se han dedicado a fiestas y comida, pan y circo, atrás quedo las concentraciones para honrar el primero de Mayo. Esas luchas de FESIDETA, Sindicato de pescadores, sindicato de SIDERPERU y demás gremios, la huelga de proporciones que refiere Muños Cantina, en su obra “La Cuenca de Nepeña y el Puerto de Chimbote” al referirse a la huelga de los trabajadores de la empresa Azucarera San Jacinto. El movimiento social se encuentra en crisis por falta de renovación de sus cuadros.

“El zorro de arriba y el zorro de abajo” Es una novela de José María Arguedas que nos cuenta, que los cambios de una ciudad son también los cambios del alma de quienes la habitan. Refiriéndose a los cambios de costumbres cuando migraban a Chimbote al adoptar nuevas costumbres de la ciudad. El primero de mayo no es una simple fiesta sino es el día internacional del trabajador. El día de hacer un balance de cuanto hemos avanzado en la conquistas de nuestros derechos. El día para buscar la unidad, la solidaridad en busca de un programa para combatir el abuso de la patronal. Que los cambios sean para amar y servir al prójimo.