Opinión

Detención, nica…nor

POR: FERNANDO VALDIVIA CORREA

Karl Marx dijo alguna vez que “la historia ocurre dos veces: la primera vez como una tragedia y la segunda como una farsa”. Esto precisamente viene sucediendo en nuestro país. La detención preliminar de, entre otros, Nicanor Boluarte, hermano de la mandataria, ha causado revuelo en la política nacional, y porqué no decirlo, noticia a nivel internacional.

Desde las primeras horas de este viernes, el Primer Juzgado de Investigación Preparatoria Nacional ordenó el arresto del señor Boluarte Zegarra por los presuntos delitos de tráfico de influencias y organización criminal. Como es ya costumbre, y fuera de las primeras planas en todos los medios de comunicación, las reacciones han estado polarizadas. Hay quienes sostienen que se trata -nuevamente- de una judicialización de la política; en tanto que otros, es la independencia de poderes.

Lo cierto, y esto no admite discusión alguna, es la extraña coincidencia en que esta operación fiscal-policial se da justo en el momento que el día anterior el gobierno ordenase la desactivación del Equipo Especial de la Policía Nacional del Perú en apoyo al Equipo Especial de Fiscales contra la corrupción del poder, liderado por la caviarizada Marita Barreto.

El Titular del Interior explicó que este equipo duplicaba funciones con la policía parapolítica creada en el nefasto régimen de Martín Vizcarra; es decir, la DIVIAC; sin embargo, Juan Carlos Villena, Fiscal de la Nación, ha insistido en la reposición de este grupo, en evidente intromisión en decisiones soberanas del Ejecutivo.

Por su parte, doña Dina, mesurada y quizá algo lacónica (comprensible toda vez que se trata de su sangre) declaró tajantemente que no se distraerá en asuntos menores. En adición, el jurista César Nakazaki afirmó que “la justicia ha cambiado en el Perú, ahora se interviene al poder de turno”. Cierto.

Resulta claro que la reciente respuesta del aparato judicial obedece a represalias directas en contra de la Jefe de Estado, al verse afectados en su dizque labor reinante de total impunidad. A todas luces, un abuso de derecho.