Opinión

De Motocachy para el mundo

La historia y la verdad del pisco

Por: Fernando Zambrano

Analista Político

El pisco, esa emblemática bebida peruana, ha sido motivo de debates y controversias en torno a su origen y producción. Sin embargo, es imperativo reconocer y celebrar la verdad histórica y cultural que rodea al pisco. La región de Ancash, en particular el valle de Nepeña, Motocachy y Moro, es el lugar donde nació el aguardiente de uva, más tarde conocido como pisco.

La historia de Moro y Motocachy es fascinante y llena de detalles. En el siglo XVI, los españoles llegaron a esta región y encontraron un terreno fértil para cultivar vid. La producción de aguardiente de uva se convirtió en una tradición arraigada en la región, exportando su destilado a otras zonas del país e incluso a España. Los productores de Moro y Motocachy se hicieron famosos por su destilado de uva, marcando así un legado en la historia del pisco.

El origen del pisco peruano en Motocachy se remonta a hechos históricos significativos que marcaron el desarrollo de esta emblemática bebida. La introducción de la vid y los alambiques al país por los españoles, junto con la llegada de los colonizadores al norte del Perú y su posterior recorrido por la costa hacia el sur, sentaron las bases para la producción de aguardiente de uva en la región.

Los primeros cultivos de uva en el Valle del Santa, donde los españoles instalaron sus primeros alambiques para la destilación, marcaron el inicio de la producción de destilados en la región. Específicamente, la hacienda jesuítica de Santa Gertrudis de Motocachy, ubicada en Nepeña cerca de Chimbote en el siglo XVIII, se convirtió en un centro de producción destacado.

En Motocachy, aún se conservan vestigios de la bodega donde se comercializaba el destilado conocido como Pisco de Motocachy, así como los corrales utilizados para el cultivo de la uva y el proceso de destilación. Además, una gran prensa de madera utilizada para triturar la uva es un testimonio tangible de la tradición vitivinícola en la región.

Es importante destacar que la villa de Santa, creada casi cien años antes de que Pisco apareciera en el mapa, fue un punto crucial en la historia de la producción de pisco en el país. Estos datos históricos revelan la importancia de Motocachy como un lugar emblemático en la historia del pisco peruano, donde se gestó y se consolidó la tradición de la destilación de aguardiente de uva, que posteriormente se conocería como pisco.

A pesar de esta rica tradición, en el siglo XX la producción de pisco se centralizó en la costa, especialmente en regiones como Lima, Ica, Arequipa, Moquegua y Tacna. La ley de denominación de origen Pisco limitó el uso del nombre “pisco” exclusivamente a los productores de estas zonas, excluyendo a los productores de Moro y Motocachy, quienes fueron pioneros en la producción de aguardiente de uva.

Es esencial reconocer y valorar la historia y la cultura de Moro y Motocachy, que han sido marginados de la denominación de origen del pisco. La región de Ancash tiene una rica tradición en la producción de vino y aguardiente de uva, y los productores de Moro y Motocachy han sido los verdaderos artífices del pisco desde el siglo XVIII.

La historia nos revela que los españoles introdujeron la vid y los alambiques en América, y que los primeros cultivos de uva se realizaron en el Valle del Santa. En Motocachy, se conservan vestigios de la producción de pisco, como la bodega donde se vendía el destilado y los corrales utilizados en el proceso de cultivo y destilación de la uva.

Es fundamental reconocer la verdad histórica y cultural del pisco, y establecer centros certificadores de calidad en cada región productora para incentivar el turismo y promover el conocimiento de las tradiciones pisqueras. Los agricultores de la región han cultivado la vid y producido aguardiente de uva durante siglos, mereciendo un reconocimiento por su labor y legado.

En conclusión, el pisco es mucho más que una bebida; es un símbolo de la historia y la cultura peruana. La región de Ancash, con Moro y Motocachy a la cabeza, merece ser reconocida como cuna del pisco y su legado debe ser celebrado y preservado. Es hora de valorar y difundir esta verdad histórica y cultural, para que el pisco peruano brille con todo su esplendor y autenticidad en cada sorbo.