Lo que faltaba:
Luego de aceptar la existencia de errores en su cuestionada gestión, y cuando todo el mundo imaginó que el gobernador regional Koki Noriega iba a adoptar en forma inmediata las correcciones del caso, ahora resulta que el error es haber creído en sus palabras. Lejos de aceptar que la causa del mal está dentro del propio gobierno regional y más lejos aún de apostar por un cambio saludable que todo Ancash reclama, el gobernador regional insiste en alucinar que la culpa de sus errores la tienen otros.
Desde esta óptica distorsionada, que no es otra cosa que una ceguera intencional, según el gobernador regional Koki Noriega su gestión es intachable, algo así como estar viviendo en el país de las maravillas. Pues el hecho que, por segundo año consecutivo, la región Ancash se mantenga a nivel nacional en el último lugar de ejecución presupuestal, no es responsabilidad de él, ni de sus funcionarios; es culpa del gobierno central y, más exactamente, de la Ley de Contrataciones del Estado, como seguramente le han hecho creer sus asesores. Como ya lo hemos sostenido en un comentario anterior, si esto fuera así, las veinticinco regiones del país hubieran registrado en los dos últimos años el mismo porcentaje de ejecución presupuestal alcanzado la región Ancash, un patético y humillante 11.2 por ciento.
Se olvida el gobernador que, preciosamente al amparo de la Ley de Contrataciones del Estado, su gestión está transfiriendo a gobiernos locales y otros organismos del estado proyectos de obra, con presupuesto incluido; un transvase que, a la hora de las audiencias de rendición de cuentas, aparecen en el papel como obras ejecutadas por el gobierno regional. Una gran indulgencia con avemarías ajenas. La misma ley de contrataciones permite asimismo que una obra licitada por el gobierno regional sea finalmente ejecutada por un sub contratista y no precisamente por el que obtuvo la buena pro. Un carrusel que al final termina con muchas obras paralizadas.
Culpar de sus errores a la Ley de Contrastaciones del Estado, es a no dudarlo el peor error que puede estar cometiendo el gobernador Koki Noriega. Negarse a ver y aceptar la realidad no es otra cosa que vivir de fantasías. Evasivas de esa calaña solo caben en una reacción propia de un infantilismo severo e irreversible. Con eso, el titular del gobierno regional insiste en hacer creer a los ancashinos que al interior de su gestión no hay absolutamente nada qué cambiar, que todo está perfecto; lo que confirma cuán equivocado se encuentra.
Pero donde por un momento se saca la máscara y muestra a dónde apuntan sus verdaderas intenciones, es cuando solicita al Congreso de la República la promulgación de una ley que amplíe, de cuatro a cinco años, el periodo de gestión regional. Según él, cuatro años no basta para realizar una buena gestión. Desde ese punto de vista, creemos que no le falta razón. En año y medio de gestión, el gobierno regional no ha sido capaz de levantar las observaciones del expediente técnico del colegio Politécnico Nacional del Santa. Tal como están las cosas, esa labor requiere de mucho mayor tiempo.
Pero no contento con eso, el gobernador Koki Noriega también está solicitando que los movimientos regionales no desaparezcan del escenario político y continúen gobernando no solamente regiones sino también municipalidades provinciales y distritales en todo el país. Con toda seguridad desea fervientemente que su movimiento Agua, siga inundando de desaciertos al gobierno regional de Ancash, como en su momento lo hizo Cuenta Conmigo de César Álvarez y como lo viene haciendo actualmente en Huandoval El Maicito de Vladimir Meza.
Además de sacarse la máscara, lo que el gobernador regional debería hacer es sacarse la venda de los ojos. Aún tiene por delante dos años y medio para recuperar la visión y curarse de una ceguera intencional que está conduciendo a la gestión regional por el camino equivocado.