Opinión

La economía peruana: un modelo de estabilidad y responsabilidad

Por: Fernando Zambrano Ortiz

Analista Político

En los 80s, el Perú experimentó una de las hiperinflaciones más altas en la historia de América Latina, y el terrorismo había llevado a la muerte de 60 mil peruanos. En respuesta, durante el gobierno del presidente Alberto Fujimori se tomaron medidas urgentes para combatir estos flagelos, incluyendo el sinceramiento de precios y la eliminación de subsidios, así como la creación del Grupo de Inteligencia Policial GEIN, que logró la captura del líder terrorista Abimael Guzmán. También se dio la Constitución de 1993, que estableció un modelo de economía social de mercado.

Este modelo económico ha sido clave para el crecimiento y estabilidad del país. La iniciativa privada es libre, y el Estado estimula la creación de riqueza y garantiza la libertad de trabajo y la libertad de empresa, comercio e industria. Además, el Estado solo puede realizar actividad empresarial subsidiaria por razón de alto interés público o de manifiesta conveniencia nacional, y la actividad empresarial, pública o no pública, recibe el mismo tratamiento legal.

En el Perú, hemos aprendido que el ruido político siempre va a existir, pero no puede afectar el bienestar económico del pueblo. Por eso, la población ha aceptado que la política y la economía deben ir por cuerdas separadas. Sin embargo, en la actualidad, la situación política es diferente.

La responsabilidad de la situación política por la que atravesamos tiene su origen en varios factores, incluyendo cuatro gobiernos de izquierda mediocres y corruptos en tan solo seis años, ministros incompetentes o corruptos, operadores de izquierda progresistas-caviar que manipulan a gobernantes y ministros, organizaciones criminales que han copado las instituciones del sistema de administración de justicia, y una policía política empoderada que persigue opositores políticos y personas que amenazan a la organización criminal.

Son estos gobiernos de izquierda los que han llevado la pobreza al 29%, después de haber logrado reducirla en las últimas tres décadas de 60% a 20%, ante el asombro mundial. Pese a ello hemos logrado reducir la inflación hasta 2,3%, colocándonos con la inflación más baja de la región. Además, el déficit fiscal sigue siendo un desafío que dé a pocos se está corrigiendo. Lo mas probable es que este año tengamos un efecto rebote que mejore las cifras del PBI del año pasado.

Sin embargo, a pesar de estos desafíos, el Perú ha logrado mantener una economía alejada del ruido político. Las inversiones extranjeras siguen fluyendo, sin tener color político. El país ha recibido inversiones significativas de China, Estados Unidos, Europa y Corea del Sur, incluyendo proyectos como el mega puerto Chancay, la construcción y mantenimiento de aeronaves con la FAP, la construcción y mantenimiento de buques de guerra y submarinos con SIMA Perú, la producción de armamento y municiones con FAME, y diversos proyectos mineros, proyectos de irrigación y agroindustria. El tren Brasil-Chancay, el mega puerto Corío y la base aeroespacial Piura cuentan con manifiesto interés de inversionistas extranjeros y en los próximos meses podrían ser consolidados, junto a una serie de proyectos mineros.

En conclusión, el Perú ha logrado establecer un modelo económico de estabilidad y responsabilidad, que ha permitido el crecimiento y el bienestar del país. Aunque enfrentamos desafíos políticos y económicos, es fundamental la responsabilidad fiscal, continuar manteniendo la separación entre la política y la economía, y seguir captando inversión en proyectos que beneficien al país y a sus ciudadanos.