Editorial

La Libertad quiere controlar el río Santa

A punto de repetirse lo de Hidrandina:

Mientras el gobierno regional y los congresistas ancashinos permanezcan dedicados a atender sus asuntos personales en lugar de defender los intereses de la región Ancash, no sería nada raro que, tal como sucedió con Hidrandina, dentro de muy poco tiempo  las aguas del río Santa sean administradas exclusivamente por el gobierno regional  La Libertad y, más exactamente, por el  proyecto de irrigación Chavimochic.

Como se recuerda, fue a finales del primer gobierno de Alan García Pérez cuando, en  una decisión tomada al caballazo, la administración de la empresa Hidrandina fue trasladada de Chimbote a Trujillo entre gallos y medianoche.  La única explicación que quedó flotando en el ambiente fue la que brindó la alcaldesa trujillana de ese entonces, doña Miriam Pilco Deza, quien no dudó en justificar la decisión  bajo el argumento de que, en comparación con Trujillo, Chimbote no es más que un gran pueblo joven. De nada importó que la fuente de energía más grande del norte del Perú, la central hidroeléctrica del Cañón del Pato, se encuentre en suelo ancashino.

Esta vez, como si el río Santa fuese un recurso natural de La Libertad, los funcionarios de Chavimochic  se han metido a la cabeza la idea de ser ellos quienes deben administrar las aguas no solamente del río sino de toda la cuenca del Santa.  Y en ese plan de acaparamiento, se encuentran trabajando desde hace ya buen tiempo en forma muy bien calculada. Por lo pronto, se han salido con el gusto de mantener a como dé lugar el dique de concreto  construido en forma inconsulta en medio del río, con el cual han conseguido desviar  hacia La Libertad un mayor volumen de las aguas del Santa.

Con esta ilícita captación están asegurando no solo el riego de las  tres etapas de Chavimochic, que en total bordean las 150 mil hectáreas, sino también  la construcción de la represa Palo Redondo cuya capacidad es de 2 millones de metros cúbicos y asimismo la construcción de una atarjea en Alto Salaverry  capaz de asegurare el abastecimiento de agua potable a un millón de habitantes.

No conformes con eso, lo que pretenden ahora es  el manejo total de la cuenca del Santa que, como se sabe, incluye a los afluentes y lagunas de las provincias ancashinas de Corongo, Recuay, Huaraz, Carhuaz  Caraz y Huaylas.  Por supuesto que para el logro de este propósito cuentan con la ya inocultable parcialidad de la Autoridad Nacional del Agua, lo que ya no es un secreto para nadie.

Pero como bien lo ha denunciado  el represente  agrario de las mencionadas provincias, Leonor Martín Amez Luna, en este juego, a favor de La Libertad, habría caído el propio gobierno regional de Ancash. La Ley 29338, Ley de Recursos Hídricos, ordena que el manejo de las aguas  de una cuenca esté a cargo de un respectivo consejo r egional, debidamente constituido y organizado. En el caso del río Santa, por encontrarse en el límite de las regiones Ancash y La Libertad,  la administración de sus aguas debe estar a cargo de un consejo interregional. Hasta ahí, todo está claro.

Lo que no se explica, sin embargo, es por qué hasta el día hoy el gobierno regional de Ancash no se ha preocupado en organizar e instalar su respectivo consejo regional de cuenca, cosa que sí lo ha hecho La Libertad. Con ello, como es de suponer, llegado el momento de la verdad, el manejo de las aguas del Santa quedaría a merced  exclusiva de Chavimochic. Ancash perdería por walk over  y eso se llama jugar a favor del enemigo.

A ese paso, y aprovechando la indiferencia de las autoridades ancashinas,  el reparto  nada equitativo de las aguas del río Santa podría caer en manos de nuestros vecinos de La Libertad, tal como sucedió con Hidrandina.