Editorial

Movimientos regionales ¿Con las horas contadas?

En el traicionero mar de nuestra política nacional, ahí donde abundan los judas, los herodes y donde todo puede suceder, no  tiene nada de raro que los  partidos más poderosos, igual que  los peces grandes, se coman a los chicos. Gracias a una maniobra hábilmente orquestada entre tirios y troyanos, dos de los partidos  que manejan los hilos al interior del palacio legislativo -Alianza Para el Progreso y Fuerza Popular-  han conseguido que el  Congreso de la República ¿cuándo no? apruebe en primera instancia un proyecto de ley hecho a pedido del cliente.

Con una aplastante mayoría de 92 votos a favor, 25 en contra y 3 abstenciones,  el  Congreso de la República han aprobado de un solo manotazo  nada menos que seis  proyectos de ley que buscan modificar los artículos 35°, 191° y 194° de la Constitución Política del Perú.  La susodicha reforma constitucional tiene dos objetivos cruciales. Primero, borrar del mapa electoral a los movimientos políticos regionales y, segundo, permitir la reelección inmediata de alcaldes y gobernadores regionales.

Pero, claro, para que esta propuesta se convierta en ley y pueda  regir a partir de las próximas elecciones, como se le ha antojado a los dueños de los partidos mayoritarios, el proyecto de ley tendrá que ser ratificado en la próxima  legislatura ordinaria que comienza el 28 de julio, lo que por supuesto desde ya se da por descontado.

Como es de imaginar, esta reforma constitucional va a modificar sustancialmente  la subdivisión y los colores del ya multifacético mapa electoral del Perú. Una vez más serán los denominados grandes partidos los que dominen a su antojo el campo de juego electoral, por ahora con resultados difíciles de pronosticar.

No olvidemos que, después de haber sido los partidos tradicionales quienes iniciaron y todavía mantienen la vieja práctica del transfuguismo,  la venta de candidaturas y la oferta de vientres de alquiler,  por efectos de transfusión los movimientos regionales  no han podido evitar caer en  la tentación de una descontrolada inseminación artificial, haciendo que la política peruana pierda por completo el sentido de la realidad y por tanto los valores éticos, que ahora brillan por su ausencia en el escenario nacional.

Una muestra de esta pérdida de valores lo estamos viendo en Ancash con los resultados que han dejado a su paso casi todos los movimientos regionales que han desfilado por el gobierno regional y  la mayoría de municipalidades ancashinas. Ahí están, por ejemplo, Cuenta Conmigo de César Álvarez Aguilar, Puro Ancash de Waldo Ríos Salcedo,  El Maicito de Vladimir Meza Villarreal y Ancash a la Obra de Roberto Briceño Franco. Todos cortados por una misma tijera.

El hecho mismo que en cada proceso electoral  tengamos que ver las mismas caras con diferente maquillaje y escuchar el mismo palabreo con diferentes poses, no cambia el escenario de la política nacional. Por el contrario, ahonda la pérdida de confianza y credibilidad.  El aumento de votos viciados y en blanco,  es la mejor expresión del rechazo popular a esta mascarada. De ahí que sería ocioso esperar que la subsistencia o la desaparición de los  movimientos regionales, vayan  a cambiar en algo dicho escenario. El pez grande siempre devorará al chico. Por lo de demás, en política la indiferencia ya es una sentencia de muerte.