Opinión

América Latina y el Perú avanzan en fiscalización de oenegés

Por:  Víctor Andrés Ponce (*)

El proyecto de ley aprobado en la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso del Perú que busca ampliar las funciones de la Agencia Peruana de Cooperación Internacional (APCI) en el control del financiamiento externo de las oenegés forma parte de una tendencia real en diversos países de la región. Y de ninguna manera expresa una intención de limitar la participación ciudadana en los asuntos públicos y de la sociedad, tal como lo plantean las corrientes progresistas.

Por ejemplo, el Senado de Argentina acaba de aprobar una norma sobre el control del financiamiento de las oenegés que ha sido derivada a la Cámara de Diputados. Al respecto, el senador Natalio Chase sostuvo que el objetivo de la ley es asegurar que el dinero enviado del exterior a las oenegés se utilice para los fines establecidos. Por otro lado, el proyecto del Senado establece la obligación de “las organizaciones sin fines de lucro” de inscribirse en un registro nacional e informar de los detalles de las actividades y las operaciones que realicen. Asimismo, se establecen una serie de mecanismos de rendición de cuentas y controles.

Igualmente, en el Senado del Paraguay se aprobó el proyecto de ley que establece “el control, la transparencia y la rendición de cuentas de las organizaciones sin fines de lucro”. La norma fue remitida a la Cámara de Diputados. Durante los debates del proyecto, el senador Silvio Ovelar sostuvo que el objeto de la norma es el control de las oenegés “que administran fondos públicos y privados de origen nacional e internacional y, por lo tanto, incluyen a las gobernaciones, municipios, universidades públicas y entes autónomos”. Asimismo, se establece que las oenegés deben inscribirse en un registro nacional que dependerá del Ministerio de Economía y Finanzas.

Como se aprecia con absoluta claridad, la decisión de las democracias de controlar y establecer mecanismos de transparencia del financiamiento externo a las oenegés no solo se trata de un impulso en el Perú. Forma parte de una corriente internacional de perfeccionamiento y ajustes en los sistemas republicanos y las sociedades abiertas en general.

La erosión de las instituciones democráticas en América Latina y Occidente, tiene mucho que ver con la manera cómo se ha restringido los aportes privados nacionales a los partidos, a los think tanks y a las actividades públicas, mientras se establecía la más absoluta de las libertades para las llamadas oenegés que pasaban a “representar a la sociedad civil en general”.

En el Perú, por ejemplo, las limitaciones del aporte privado a los partidos ha desencadenado la incursión de las economías ilegales al espacio público que, de una u otra manera, ha configurado la actual crisis de representación. Muy por el contrario, las oenegés han tenido las más amplias libertades para desarrollar todo tipo de actividades, sin ningún tipo de control de los financiamientos externos.

Creemos que esta situación coloca las cosas de cabeza. Al respecto existe un tema conceptual que nadie puede eludir. Los partidos políticos siguen siendo las columnas de cualquier sistema democrático, de cualquier sistema republicano, al margen de la revolución de las telecomunicaciones y la explosión de las redes sociales. Hasta hoy no ha surgido un sistema de representación alternativo. ¿Por qué? Porque los partidos políticos presentan programas nacionales y son aprobados y rechazados a través de los triunfos y derrotas electorales. Incluso, el electorado decreta la muerte de los partidos.

Sin embargo, las oenegés no presentan programas, ni nacionales ni sectoriales, y no son fiscalizadas por la sociedad. Sin embargo, pretenden asumir la representación de la sociedad a tal extremo que intentan negar el derecho del Congreso a legislar, invocando encuestas circunstanciales.

(*) Director de El Montonero (www.elmontonero.pe)