Mediante Resolución N° 099 de fecha 14 de diciembre del 2023, la gerencia de Transporte de la Municipalidad Provincial del Santa autorizó el funcionamiento de un nuevo comité de colectivos para el servicio de pasajeros entre Chimbote y Cambio Puente, con el que ahora suman tres las empresas de transporte público que cubren la mencionada ruta.
Nada de extraordinario tendría el otorgamiento de esta tercera autorización si no fuera por los vicios que se han descubierto detrás de ella y que son los mismos que año tras año se repiten con la misma frecuencia. De los doce automóviles que conforman el comité de colectivos, diez de ellos son de uso particular, legalmente impedidos de prestar servicio público, en tanto que sus conductores han presentado licencias de conducir de la misma condición. Por lo mismo, el SOAT que han contratado los dueños de estos vehículos no cubre ningún percance que pudieran sufrir los pasajeros. A pesar de todo, han conseguido su autorización.
Conforme hemos informado en nuestra edición del lunes, se ha demostrado que los informes y otros documentos de uso interno que han servido de sustento para la emisión de la mencionada resolución, no son los mismos que se invocan en dicho documento y tampoco han ingresado formalmente por mesa de partes. La diferencia es clamorosa. Se ha aceptado gato por liebre.
Nadie duda que el servicio de transporte público de Chimbote sea hoy en día uno de los más caóticos del país y posiblemente del mundo. Pero este caos no solamente viene de parte los conductores y de los vehículos que prestan este servicio. En gran medida, este caos se adereza y se cocina en los interiores de la municipalidad provincial del Santa y, más exactamente, en la Gerencia de Transportes. Así lo ha comprobado la Contraloría General de la República y así lo denuncian a diario los usuarios del servicio y el público en general.
Es ahí, en esa dependencia municipal, donde todo es posible. De un solo comité se clonado dos y hasta tres más. Es ahí, en esa gerencia, donde las multas de tránsito desaparecen del sistema como por arte de magia. Y esto no es de ahora. Se habla de una argolla enquistada y bien organizada, que sabe como reciclarse una gestión a otra. Para los integrantes de esa argolla los conceptos de seguridad y bienestar del pasajero, no cuentan para nada. Mientras en otros lugares del país las tendencias apuntan a un transporte público masivo y ordenado, para esta argolla lo que importa es el transporte hormiga, ahí donde todos trabajan para una reina.
Entonces ya estamos advertidos. El caos del transporte urbano que padece Chimbote no lo crean únicamente los choferes y sus vehículos. El caos se cocina al interior de la comuna provincial.