Editorial

USP: rectores autodestructores

Por orden del Quinto Juzgado Laboral de la Corte Superior de Justicia del Santa, la agonizante universidad privada San Pedro deberá obtener dinero de donde sea para poder pagar a su actual e ilegal rector, Javier Ulloa Siccha, la respetable suma de 263 mil, más de un cuarto de  millón de soles, por concepto de  vacaciones no gozadas y remuneraciones supuestamente  no abonadas. Entre los argumentos que Ulloa Siccha invoca para la obtención de este jugoso beneficio, destaca el hecho de no haber tenido vacaciones entre el 2018 y 2019 y no haber recibido remuneraciones entre  febrero del 2021 y enero del 2022.

Sin embargo, la validez de esta argumentación  resulta  por demás cuestionable.  Debido a la situación de emergencia nacional creada por la epidemia del covid-19, fue precisamente durante ese periodo  cuando la universidad San Pedro, igual que muchos otros centros laborales del país, se acogió por obvias razones a la potestad de otorgar licencia sin goce de haber a sus trabajadores, entre ellos Ulloa Siccha, quien por esa fecha se desempeñaba como Decano de la facultad de Ciencias Económica y Administrativas.

Hasta donde se ha podido conocer, la referida sentencia judicial ha sido apelada por ambas partes y aún estaría por resolverse en  una instancia superior. Por lo tanto, no sería nada ético que en este momento, cuando la universidad San Pedro está con las horas contadas, Ulloa Siccha pretenda hacer las veces de juez y parte y resuelva a su favor, salvo que el principio de ética sea lo que menos le interese.

Creemos que tampoco sería  acertado que, ante las actuales circunstancias y a pesar de la inconsistencia jurídica en la que se encuentra su rectorado, Ulloa Siccha insista en aferrarse al cargo contra viento y marea. Con mucha mayor razón después de haber hecho público su interés  de poner en venta los millonarios inmuebles que están a nombre de  la universidad San Pedro, tanto en Chimbote como en otras ciudades del país, según él,  justamente para pagar deudas  pendientes con los trabajadores.

Remitiéndonos a la convulsionada y corta existencia de la universidad, no deja de ser notoria la recurrencia de un común denominador que ha marcado sus 38 años de vida. La totalidad de sus rectores han hecho lo imposible por arrastrar a esta casa de estudios al trance final en el  que ahora agoniza. No ha sido propiamente la falta de infraestructura y de recursos materiales lo que ha hecho imposible obtener el licenciamiento de SUNEDU.  Ahora se puede comprobar en todos sus extremos que la culpa del descalabro ha sido el factor humano, es decir la falta de una buena gestión académica y administrativa; y, tanto o más que eso, la falta de un compromiso con la institución y una identificación con Chimbote, aún cuando esto último ya es mucho pedir.

El hecho que la universidad San Pedro no logre llegar a los 40 años de existencia, se debe en gran parte a la desleal gestión que han desarrollado sus rectores. El resto de la culpa recae en los miembros de la Asamblea Universitaria. La misma función de confabulación y complicidad que ha tenido con la gestión de rectores anteriores, la tienen ahora con Ulloa Siccha. La destrucción de la universidad San Pedro no ha venido de afuera. Se ha cocinado adentro.