Insólito:
En el 2019, a pocos meses de iniciar su gestión el ex alcalde Roberto Briceño Franco, el Servicio Nacional de Sanidad Agraria, SENASA, se vio en la necesidad de adoptar una firme pero inobjetable decisión. Después de más de 20 años de realizar sucesivas inspecciones y de exigir a la municipalidad provincial del Santa que adopte las correcciones del caso sin obtener ninguna respuesta positiva, dicho organismo del estado clausuró con carácter definitivo el camal municipal de Chimbote.
No obstante habérsele permitido funcionar en estas condiciones, ha sido en junio del presente año cuando la tolerancia de SENASA llegó a su límite, haciendo que se cumpla la orden de clausura en forma definitiva. Desde entonces y hasta la fecha el camal continúa con las puertas cerradas ya que hacerlo funcionar en tales condiciones significaría poner en grave riesgo la salud del vecindario, de los consumidores y de los propios trabajadores de ese establecimiento.
Todos en Chimbote conocemos las precarias condiciones en las que funciona el camal y no solamente hasta antes de ser clausurado sino desde muchos años atrás. Ante la falta de un sistema elemental de tratamiento de residuos sólidos y aguas residuales, estos desperdicios iban a parar a descampados situados en las inmediaciones generando la presencia de un enjambre permanente de moscas y roedores, y asimismo inundando de malos olores a las viviendas de la urbanización El Carmen.
Por otro lado, hasta donde se ha podido conocer el camal jamás ha contado con un sistema de refrigeración no solo para la conservación de la carne y sus derivados, sino también para su traslado a los centros de abasto. Decenas de fotografías ilustran el traslado de este producto de primera necesidad a bordo de triciclos y otros medios de transporte artesanal que no garantizan para nada las condiciones de higiene correspondiente. La carne viaja expuesta a todo tipo de contagio y contaminación.
Precisamente una de las observaciones de SENASA tiene que ver con la recomendación de la Organización Mundial de la Salud respecto a los protocolos de sanidad que es necesario observar en el proceso de manipuleo, traslado y expendio específicamente de carnes rojas.
Mientras tanto, todo hace suponer que la matanza del ganado que consume la población de Chimbote, se viene realizando en mataderos clandestinos lo que nos lleva a la conclusión de que la medicina puede resultar peor que la enfermedad.
Cierto es que desde finales del siglo 20, hace ya más de 25 años, SENASA se ha cansado de inspeccionar y hacer una serie de recomendaciones con relación al funcionamiento del camal municipal. En todo ese tiempo, ninguna de las gestiones municipales ha escuchado y menos atendido dichas observaciones, por lo que la clausura dispuesta el año 2019 y ratificada en junio último es una decisión que bajo ningún concepto cabe objetar.
Como hemos informado en nuestra edición de ayer, el alcalde provincial Luis Gamarra Alor ha viajado a Lima para entrevistarse con los directivos de SENASA a fin de tratar el tema relacionado con la implementación de una Planta de Tratamiento de Aguas Residuales.
De antemano, se ha dicho que esta instalación no va a solucionar el problema, pero puede ser un atenuante para que camal reinicie sus actividades hasta cuando la municipalidad construya un nuevo matadero, con todas las de la ley, en la zona de Cambio Puente. Esa y no otra será la solución definitiva. Que la ciudad de Chimbote con más de 400 mil habitantes no cuente con un camal, es imperdonable.