Grandes Ciudades:
Sin importar para nada el carácter social que encierra al proyecto de saneamiento básico denominado Grandes Ciudades, las alianzas y partidos políticos, fieles a su insaciable apetito electorero, han dirigido la mirada a este proyecto nacional y han visto en él un codiciado botín, que a estas alturas ya es objeto de disputa con miras al proceso electoral del 2026.
Se calcula en más de medio millón la cantidad de habitantes que van a resultar beneficiados con este proyecto; pero no es eso lo que interesa a los partidos políticos. Lo que importa, numéricamente hablando, es el caudal electoral que representa esa enorme población, capaz de inclinar los resultados de un proceso electoral según sea la música que se le ponga. Y eso es algo que no puede pasar por alto.
Un breve repaso de los procesos electorales que se han desarrollado en el Perú en los últimos cuarenta o cincuenta años, revive ante nuestra memoria y ante nuestros ojos una imagen que ya es hartamente conocida. En cada proceso electoral, el partido de gobierno, en contubernio con el Congreso de la República y otros aliados políticos, promulgan leyes e inician proyectos “a favor de los más pobres”, solo para utilizar estas dádivas como libreto de su campaña electoral. Y eso es precisamente lo que estamos viendo en los actuales momentos. La misma historia, el mismo cuento.
No tiene nada de extraño por eso que, en su legítimo derecho de aspirar a una posible reelección, el alcalde de Nuevo Chimbote, don Walter Soto Campos, haya encontrado en el proyecto Grandes Ciudades un excelente caballo de batalla para competir en las elecciones del 2026 y hacerlo con el viento a su favor y el aliento del público a su disposición. Como dice el dicho, en política no hay puntada sin hilo; todo tiene su porqué.
Por lo demás, en esta estrategia que no tiene nada de raro, el burgomaestre de Nuevo Chimbote no estaría corriendo solo. Lo estaría haciendo tomado de la mano de dos militantes de su misma agrupación política, Alianza para el Progreso: la congresista Lady Camones, quien igualmente tiene pretensiones reeleccionistas, y la ministra de Vivienda, Hania Pérez de Cuellar, en cuyas manos justamente se encuentra la gestión del proyecto Grandes Ciudades.
Todo esto, reiteramos, está dentro del terreno de la legitimidad y de la correlación de fuerzas que tienen como sustento las reglas del sistema democrático. Nada podría ser más beneficioso para este medio millón de habitantes, que el proyecto Grandes Ciudades empiece a ejecutarse antes que el alcalde Walter Soto, la congresista Lady Camones, y la ministra Pérez de Cuellar, dejen sus cargos. Salgan o no salgan elegidos en las próximas elecciones, igual van a ocupar un lugar especial en la memoria de estas familias.
Lo trágico sería que el proyecto Grandes Ciudades, igual que otros ampliamente conocidos, termine politizándose al cien por ciento y tenga que esperar otra oportunidad para hacerse realidad. La lección de aprovechamiento político que nos dejó la invasión de las 308 y 217 hectáreas es más que elocuente. Las miles de familias humildes que cayeron en ese cuento, han tenido que esperar catorce años para que recién hayan empezado a recibir sus títulos de propiedad y con ello puedan acceder a los servicios de agua potable, desagüe y electrificación. Ese es el precio de ser vistos únicamente como un botín electoral.