Editorial

El falso Chinecas

Herencia fujimorista:

Una de las facetas imborrables en la vida y obra del ex presidente Alberto Fujimori es, sin temor a equivocarnos,  su irresistible tendencia a utilizar la mentira como instrumento de poder, sobre todo en momentos cruciales para él y para el país. Para comenzar, el requisito constitucional de ser peruano de nacimiento y de no tener al mismo tiempo una segunda nacionalidad, para ser elegido presidente del Perú, no fue ningún obstáculo para que el candidato Alberto Fujimori  pueda participar y ganar las elecciones de 1990.

Para sortear  este  requisito constitucional, los asesores  de Alberto Fujimori, encabezados por el abogado y ex capitán del Ejército Vladimiro Montesinos Torres,  esgrimieron e hicieron valer una de las farsas más grotescas de la historia nacional. Según dicha versión,  Alberto Kenya Fujimori Fujimori  nació a bordo del barco en el cual él y su familia venían rumbo al Perú, y que asimismo, coincidentemente, el nacimiento tuvo lugar el 28 de julio de 1938.

Ya como presidente del Perú, después de dar un golpe de estado y disolver el Congreso de la República, luego de aprobar una nueva Constitución Política hecha a su medida y de avasallar por completo  los cuatro poderes del Estado, dicha farsa  habría de servirle para lograr una segunda y tercera ilegal reelección en los años 1995 y 2000, respectivamente.

Pero volviendo a 1990, todo el Perú recuerda que en plena segunda vuelta, su contendor, el premio Nobel Mario Vargas Llosa, pecó de sinceridad.  Con la mayor franqueza, le dijo al país que la única forma de acabar con la hiperinflación y salir de la crisis económica, era sincerando la economía a partir de un shock. En respuesta, Alberto Fujimori le garantizó al país que en su gobierno no habría “ni shock  ni gradualismo”. Pero tampoco dijo en qué consistía su propuesta.

El día del debate presidencial, cuando todo el país esperaba con ansias conocer la propuesta de ambos finalistas, Alberto Fujimori no se presentó a la cita y mandó decir que se hallaba indispuesto  debido a una repentina afección intestinal. El inolvidable 8 de agosto de 1990, diez días después de la juramentación de Fujimori como presidente del Perú, su ministro de economía Juan Carlos Hurtado Miller paralizó al país y pidió a los peruanos a encomendarse a Dios  al anunciar que en ese preciso momento el gobierno había dispuesto la  aplicación del shock.

Posteriormente, llevando a la práctica otra medida económica  que en un primer momento también había descartado, Fujimori procedió a la venta indiscriminada de las empresas públicas, entre ellas Siderperú, aunque sin haber previsto su gobierno las consecuencias sociales que iba a causar aquella masiva y forzada desocupación. Ha sido en ese interín que, de pronto,  desapareció de la bahía Chimbote el Dique Flotante de Sima Astilleros, dejando en la calle a más de 300 trabajadores. ¿Quién lo vendió?.  ¿Quién lo compró?. Hasta hoy no se ha proporcionado una versión oficial al respecto.

Y ahora sí,  a donde íbamos. En  plena campaña para la tercera reelección de Alberto Fujimori, las tendencias populares reflejaban que la aprobación inicial de El Chino había empezado a decaer.  Para la campaña del 2000, Alberto Fujimori sabía que se jugaba el todo por el todo.  Sus partidarios debieron informarle que a la hora de sumar votos, la provincia del Santa tenía el electorado más importante de toda la región Ancash, un bastión políticamente muy codiciado que valía la pena  atraer a su favor. Pero ¿Cómo?. Fácil. Hasta ese momento, el proyecto Chinecas ya llevaba quince años empolvándose en promesas  incumplidas  y cualquier decisión gubernamental a su favor podría impactar en la obtención de ese caudal electoral.

Sin pensarlo dos veces, Alberto Fujimori y su equipo de campaña aprobaron la inmediata  ejecución del llamado “Chinecas Reestructurado”,  que en la práctica es la ampliación del canal principal pero solo hasta la zona de Nepeña, excluyendo definitivamente a la zona de Casma. Y así fue. Antes del cierre de campaña, Alberto Fujimori asistió en persona al dinamitazo que puso en marcha la construcción del túnel de conducción Chimbote-Nepeña, táctica con la que ganó los votos de la provincia del Santa.

Han pasado veinticuatro años y desde entonces  el  Chinecas  Reestructurado no solo sigue ignorando al valle de Casma. Al haber sido aprobado y socializado en su momento, este falso Chinecas  es ahora una traba para toda gestión que se pretenda realizar en nombre del verdadero Chinecas. Esa es otra de las herencias que nos ha dejado el fujimorismo.