Por: Fernando Zambrano Ortiz
Analista Político
Desde el inicio de sus funciones en 2021, el actual Congreso de la República ha estado marcado por una alarmante fragmentación. La voluntad popular decidió que el país contara con nueve grupos parlamentarios; sin embargo, la realidad ha mostrado un panorama distinto, con la proliferación de transfuguismo que ha erosionado la institucionalidad y el respeto hacia los electores. Hoy, el Congreso cuenta con 13 grupos parlamentarios, un claro indicativo de la inestabilidad que afecta a nuestra democracia.
Es imperativo que se ponga fin al transfuguismo en el Congreso. Este fenómeno no solo desdibuja la representación política, sino que también socava la confianza de la ciudadanía en sus representantes. Para restaurar la institucionalidad, es fundamental que el próximo reglamento de la Cámara de Diputados y del Senado incluya disposiciones que garanticen la estabilidad y la representatividad de los grupos parlamentarios en el futuro Congreso Bicameral.
Una medida clave sería establecer un requisito mínimo de diez congresistas para la conformación de un grupo parlamentario. Esta disposición ayudaría a evitar la proliferación excesiva de bancadas y facilitaría la gobernabilidad, permitiendo que el Congreso funcione de manera más efectiva. Además, se debería prohibir que aquellos que abandonen su grupo original puedan formar nuevos grupos durante el periodo legislativo. Esta medida fomentaría la disciplina y la lealtad dentro de las bancadas, elementos esenciales para un funcionamiento armónico del Congreso.
Si bien estas medidas pueden parecer restrictivas, su objetivo es fortalecer la institucionalidad del futuro Congreso Bicameral. La fragmentación excesiva del sistema de partidos dificulta la toma de decisiones y la aprobación de leyes, lo que a su vez afecta la gobernabilidad del país. Un sistema con grupos parlamentarios más sólidos y estables permitiría un diálogo más fluido entre el Ejecutivo y el Legislativo, beneficiando así la estabilidad política y económica del Perú.
La historia reciente ha demostrado que un Congreso fragmentado no solo es incapaz de abordar los desafíos que enfrenta el país, sino que también puede convertirse en un obstáculo para el desarrollo. La falta de cohesión y de una agenda clara puede llevar a un estancamiento legislativo que perjudica a la ciudadanía, que espera respuestas efectivas a sus necesidades.
Es esencial que los partidos políticos no solo busquen mantener su relevancia en el Congreso, sino que también trabajen en la construcción de consensos que permitan abordar los problemas más apremiantes de la nación. La cohesión interna y la voluntad de colaborar en pro del bienestar común serán claves para enfrentar los retos que se avecinan en el horizonte político peruano.
La ciudadanía merece un Congreso que actúe con responsabilidad y que esté a la altura de las expectativas de un país que anhela un futuro más estable y próspero. La confianza en las instituciones es un pilar fundamental para la democracia, y es responsabilidad de los representantes políticos trabajar para restaurarla.
El panorama político actual exige una reflexión profunda sobre el papel del Congreso y la necesidad de devolver la institucionalidad al sistema político peruano. La fragmentación y el transfuguismo deben ser erradicados para garantizar un funcionamiento efectivo de la democracia. Establecer requisitos claros para la conformación de grupos parlamentarios y fomentar la lealtad dentro de las bancadas son pasos necesarios para construir un futuro más estable y próspero para todos los peruanos. Solo así podremos avanzar hacia un Congreso que realmente represente la voluntad del pueblo y que trabaje en beneficio del país.