Por: WALTER MIGUEL QUITO REVELLO
Estaba en mi rutina cuando de repente me preguntan ¿Creo que lo conozco? Seguro por lo que escribo en el diario de Chimbote le respondo. Siento que con arrogancia me vuelve a pregunta ¿De qué escribes? Casi lo mismo de siempre, compre el diario el día lunes, le respondo. Pero no es así. Escribo sobre mi país que se hunde en corrupción. Cuyas consecuencias lo paga los marginados por el sistema sin acceso a la salud, a la educación a una vida digna. Y aquellos que se atreven a levantar su voz son marginados e incluso asesinados. Eso escribo.
Esto va para todos sea: Juez, alcalde, presidente, policía o fiscal ningún poder es absoluto porque si no se convierte en una tiranía. Recordando a Sócrates quien sostenía: “El tirano es el más miserable de los hombres” y perfecciona Platón y Aristóteles “El tirano es el peor de todos los criminales” Cuando un alcalde te manda su portátil a atacarte no es más que un criminal. Cuando un juez imparte justicia al margen de la dogmática y obedeciendo a criterios jurisprudenciales contrario a derechos fundamentales no es más que un criminal. Cuando un fiscal abusando del poder que tiene persigue y siembra delitos no es más que un criminal. Cuando el policía te coimea no es más que un criminal. Sí. Escribo lo mismo, pero con diferentes actores y diferentes hechos.
Escribo sobre mi impotencia de ver como Áncash ha recibido S/1784 millones tan solo de Canon Minero, Regalías Mineras y el Derecho de Vigencia y Penalidad que viene a ser el 23.3% de S/ 7665 millones que percibió el Perú. Sin embrago, tenemos una inmensa pobreza que se ve al interior de la región con niños desnutridos, con una pésima calidad de educación, de salud, sin carreteras. Con gobierno regionales, provinciales y locales que solo piensan en gastar su presupuesto en obras de pésima calidad, pero sin proyectos ambiciosos a largo plazo. Como carreteras o crear las condiciones para desarrollar el turismo. Erradicar la desnutrición, que se ve imposible porque el vaso de leche se lo toman los alcaldes. Un gobierno regional que tiene tantos recursos y no sabe cómo invertir y se muestra impotente ante Chinecas y el puerto de Chimbote. Hablar de otros proyectos trascendentales para la región no está ni en los sueños de nuestro presidente regional.
Escribo sobre una presidenta que no la quiere nadie, con el 4% de aprobación y que está en el poder a costa de 60 muertos civiles inocentes, que complace con leyes a la mafia fujicerronistas. Para vendernos el cuento que es una lucha de izquierda contra derecha cuando es una lucha por poder para defenderse los corruptos y tener sus millones a costa del hambre del pueblo.
Escribo porque no me olvido que durante el gobierno del dictador Fujimori se creó el escuadrón de la muerte conocido como Grupo Colina, que eran miembros de las fuerzas armadas dirigido por Vladimiro Montesinos, quienes cometieron numerosas violaciones de derechos humanos: desapariciones y ejecuciones extrajudiciales. Como el 2 de mayo de 1992 cuando mataron a nueve dirigentes sindicales: Carlos Alberto Barrientos Velásquez, Roberto Barrientos Velásquez, Denis Atilio Castillo Chávez, Federico Coquis Velásquez, Gilmer Ramiro León Velásquez, Pedro Pablo López Gonzáles, Jesús Manfredo Noriega Ríos, Carlos Martín Tarazona More, Jorge Luis Tarazona More a pedido de los empresarios hermanos Fung. Sindicados como senderistas cuando no lo eran. Lo que ilustra los abusos que cometían el Estado ha pedido de los empresarios durante el gobierno de Alberto Fujimori.
Escribo porque “Los cuellos blancos del puerto” nos demostró lo corrupto que esta el poder judicial y el ministerio público y como si tienes unas monedas te puedes comprar tu sentencia o nombrarte juez o fiscal. Que no es novedad en las contrataciones con el Estado, pero faltaba la prueba de lo podrido que estaba nuestra Corte del Santa y lo más probable es que continúe solo falta la prueba.
Recórdenos al presidente regional César Álvarez, hoy sentenciado. En su gobierno tenía todo el control, fiscalía, poder judicial, policía nacional, criminales y un sector mayoritario del pueblo que lo amaba. Se sentía Dios. Creía que podía cometer los delitos que quisiese y cada vez más graves hasta el homicidio. En una democracia ningún poder puede ser absoluto sino se convierte en tiranía. Sí. Escribo más de lo mismo, pero con diferentes actores y diferentes hechos.