Editorial

Es hora de poner fin a festines (des)comunales

H

ace tan solo unos días  el Diario de Chimbote dio cuenta de una mala actitud y una  falta de civismo que ya creíamos que se había superado pero que lamentablemente  todavía subsiste. Nos referimos a lo sucedido en el local comunal  del  Pueblo Joven Tres de Octubre de Nuevo Chimbote, el cual fue alquilado por sus propios dirigentes para la realización de una actividad bailable, con consumo de cerveza incluido, como se pudo comprobar gracias a las fotografías que ilustran dicha información.

Lo sucedido en el pueblo joven Tres de Octubre trae a nuestra memoria otro caso similar que tuvo lugar, semanas antes,  en la losa deportiva de la urbanización Los Héroes, también del distrito de Nuevo Chimbote,  donde se realizó una ruidosa fiesta bailable hasta altas horas de la noche. Como no era para menos, el evento causó un enorme malestar a los vecinos de la zona, no solo por el insoportable ruido de la música sino también por la actitud  de algunos asistentes que no tuvieron el menor reparo en  miccionar en los pasajes y  jardines de las viviendas colindantes. Un acto reñido con las buenas costumbres y un pésimo ejemplo a la niñez  y juventud.

A menudo, vecinos de las urbanizaciones El Acero y 21 de Abril, entre otras, suelen llamar a nuestra redacción para quejarse que también en esos lugares cada fin de semana sucede exactamente lo mismo. Fiestas desenfrenadas, que según se afirma “son autorizadas por la subprefectura” se realizan frecuentemente en estos locales de uso comunal,  las mismas  que más de las veces terminan en  peleas y hechos  qué lamentar.

Sabido es que, tanto en Chimbote como en Nuevo Chimbote,  continuamente se inauguran losas y complejos deportivos cuya finalidad central es promover la práctica de esta actividad y el sano esparcimiento de la comunidad. En cuanto a los locales comunales, el objetivo número uno es promover el dictado de talleres de capacitación que permitan a las madres de familia crear sus propias fuentes de trabajo y del mismo modo promover la realización de actividades de beneficio  exclusivamente comunitario. Los ingresos que se obtengan, servirán para el pago de los servicios de agua y luz y mantenimiento del local. Ese y no otro es acuerdo por el cual las municipalidades entregan la custodia de estos locales a la respectiva comunidad.

Pero, por todo lo que viene sucediendo, queda claro que este noble objetivo solo está escrito en el papel. De hecho, algunos dirigentes -aunque no todos- han tergiversado tales objetivos y han antepuesto a espaldas de la comunidad un equivocado afán de lucro, que desnaturaliza la esencia para la que fueron construidos estos escenarios. Tal como sucede con la construcción de pistas, veredas y otras obras de desarrollo comunal, la construcción de complejos deportivos y locales comunales es otro de los rubros prioritarios de todo presupuesto municipal.

Por lo tanto, creemos que lo menos que pueden hacer a los dirigentes vecinales, es corresponder la confianza que la municipalidad ha depositado en ellos y salvaguarden el uso correcto de estos locales,  evitando así que sirvan de escenario para festines descomunales.