Editorial

Ahora tendremos un Niño domesticado

Ya era tiempo:

Hasta marzo del año pasado, las instituciones encargadas de prevenir los daños que acostumbra  ocasionar el fenómeno El Niño, han esperado que las aguas del río Lacramarca comiencen a desbordarse para que recién  inicien los trabajos de limpieza y descolmatación de su cauce. La peruanísima mala costumbre de esperar siempre el último momento para tratar de remediar lo que ya es irremediable, ha sido una constante a la que hemos estado  acostumbrados aquí en Chimbote, prácticamente desde que tenemos uso de razón.

No obstante disponer todos los años de una millonaria partida presupuestal para realizar a tiempo estos trabajos de prevención, lo cierto es que dichas instituciones  -ya sean del gobierno central, gobierno regional o de los gobiernos locales- siempre han esperado que las aguas del río inunden cultivos y viviendas e interrumpan el tránsito vehicular, para que recién se pongan a trabajar. Toda la vida han reaccionado después y no antes. Han esperado que las aguas causen serios estragos y que miles de pobladores sufran las consecuencias, para poner el parche.

Aún  está fresco en la memoria de chimbotanos y neochimbotanos el recuerdo de las penurias que había que soportar para cruzar a pie, y con el agua hasta media pierna, la zona inmediata a los puentes Meiggs y Pardo del río Lacramarca. Como si se tratase de una sentencia impuesta por la naturaleza, esta penuria había que padecerla durante cada fenómeno de El Niño.

Pero todo parece indicar que esta historia está a punto de cambiar. En nuestra edición de ayer hemos informado acerca de los trabajos de prevención que viene ejecutando en el río Lacramarca la empresa OHLA con el financiamiento de la Autoridad Nacional de Infraestructura, ANIN.  Cuando  todavía  faltan cuatro meses para que eventualmente pudiera presentarse un nuevo Niño Costero, estos trabajos ya dejan vislumbrar un notable avance, sobre todo en la zona más crítica y vulnerable  del río como es el tramo comprendido  entre el puente Pardo y la desembocadura.

No solo se ha priorizado los factores de prevención y seguridad, con lo cual se va a controlar y reducir el riesgo de desbordes e inundaciones, el quebradero de cabeza número uno.  La otra buena noticia es que los trabajos incluyen la construcción de terrazas y espacios apropiados para que las familias de Chimbote y Nuevo Chimbote puedan disfrutar de los beneficios que proporcionan la recreación y el sano esparcimiento, todo ello en contacto directo con la naturaleza. Razón por la que esta obra está llamada a  convertirse en un nuevo e inmediato atractivo turístico.

Desde estas líneas saludamos la labor que vienen realizando la empresa OHLA y ANIN, por ser una labor que va a solucionar un antiguo problema local y que en buena hora se hace pensando en el futuro. Atrás van a quedar muchos malos recuerdos de los daños y perjuicios causados por un Niño incorregible. Al término de estos trabajos, ahora tendremos un Niño domesticado.