Hablan las imágenes:
Increíble pero cierto. Después de setenta años de haberse iniciado en Chimbote la industria de conserva, harina y aceite de pescado, era de esperarse que, merced a todos los avances de la ciencia y la tecnología, a estas alturas esta actividad debería estar desarrollándose dentro del más completo orden, cumpliendo de principio a fin con todas las normas de seguridad, calidad y sobre todo de higiene ambiental. Acostumbrados como estamos los habitantes de Chimbote a convivir con esta actividad, creíamos que a estas alturas las malas prácticas que marcaron el inicio de la industria pesquera, ya eran cosa del pasado; pero lamentablemente no es así.
Tal como hemos informado en nuestra edición de ayer, el conductor del camión frigorífico de placa TFR-993, de propiedad de la empresa Inversiones Hatum Fish, luego de dejar un cargamento de pescado en una de las plantas procesadoras de la zona industrial de Villa María, tuvo el desparpajo de derramar gran cantidad de sanguaza a todo lo largo de la avenida Perú y parte de la Panamericana Norte, dejando a su paso un nauseabundo foco de contaminación ambiental.
A parte del olor intolerable que despiden a la redonda, la sanguaza y los desechos de pescado que se descomponen a la intemperie, suelen atraer enjambres de moscas que causan como antaño un serio malestar a los vecinos y dan una mala imagen de la industria pesquera en general.
Pero, por insólito que parezca, este deliberado atentado contra las normas de tránsito y contra la salud ambiental no fue advertido por el personal de la Policía Nacional, cuyo local se encuentra a una cuadra de la avenida Perú, ni de la Fiscalía del Medio Ambiente, institución de la que raramente se tiene noticias. Menos por la OEFA, PRODUCE, SANIPES ni ninguno de los demás organismos encargados de supervisar las diversas etapas del proceso de producción pesquera.
La información, acompañada del respectivo video, llegó a nuestra redacción gracias a la diligencia de un vecino del lugar quien se tomó el trabajo de registrar paso a paso este grave atentado contra la salud ambiental. ¿Harán algo las autoridades correspondientes para sancionar este atentado y evitar que se siga repitiendo?.
Si el conductor del camión frigorífico no ha tenido el menor reparo en derramar sanguaza y desechos de pescado a plena luz del día y en una zona urbana de intenso tránsito peatonal y vehicular, quiere decir que los organismos fiscalizadores de esta actividad están ocupados en otra cosa menos en cumplir su labor. Es imperdonable que, a pesar del tiempo transcurrido, el derrame de sanguaza siga causando el mismo malestar de antaño.