Por: Fernando Zambrano Ortiz
Analista Político
El panorama político peruano se encamina hacia un escenario preocupante de cara a las Elecciones Generales de 2026. Con la posibilidad de que alrededor de 50 partidos políticos participen en la contienda electoral, el país se enfrenta a una fragmentación sin precedentes del voto que podría tener consecuencias graves para la gobernabilidad y la legitimidad democrática.
La tendencia observada en los últimos procesos electorales muestra una disminución constante en el porcentaje de votos obtenidos por los dos candidatos presidenciales más votados. Esta atomización del voto no solo diluye la representatividad del Ejecutivo, sino que también augura la elección de un presidente con un respaldo popular cada vez más exiguo.
Paradójicamente, mientras el Ejecutivo se debilita, existe el riesgo de que el Legislativo se concentre en manos de unas pocas fuerzas políticas. La proliferación de partidos podría resultar en un Congreso prácticamente unipartidario, donde una o dos bancadas dominen la agenda legislativa, creando un desequilibrio peligroso en la separación de poderes.
Es importante señalar que este análisis no toma en cuenta variables cruciales como la polarización política, el efecto de las elecciones primarias con valla electoral, y el impacto de las campañas electorales activas. Estos factores podrían alterar significativamente el escenario proyectado.
Cabe preguntarse si este multipartidismo extremo es el resultado de una evolución natural del sistema político peruano o si forma parte de una estrategia deliberada de ciertos actores políticos. La facilidad con la que se pueden inscribir nuevos partidos y la reciente eliminación de barreras electorales sugieren que podría haber intereses creados en mantener un sistema político fragmentado y débil.
La proliferación de partidos políticos, lejos de enriquecer el debate democrático, podría estar socavando los cimientos mismos de la representatividad. Un presidente electo con un porcentaje mínimo de votos enfrentaría serios desafíos de legitimidad, mientras que un Congreso dominado por una o dos fuerzas políticas podría no reflejar adecuadamente la diversidad de opiniones del electorado.
El multipartidismo extremo que se avecina en Perú para las elecciones de 2026 representa un riesgo significativo para la estabilidad democrática del país. Es fundamental que los actores políticos, la sociedad civil y los organismos electorales trabajen en conjunto para fortalecer el sistema de partidos y garantizar que la voluntad popular se traduzca en un gobierno legítimo y funcional. De lo contrario, el país podría enfrentarse a una crisis de representatividad que debilitaría aún más sus ya frágiles instituciones democráticas.