USP y colegio Inmaculada:
Por donde quiera que se le mire, todo parece indicar que lo que viene sucediendo tanto en la Universidad San Pedro como en el colegio Inmaculada de la Merced, dicen mucho de la deshonestidad que ha empezado a ganar terreno en los diversos niveles de la labor educativa, concretamente en Chimbote.
En ambos casos, parece que están demás no solamente las reglas de conducta, los reglamentos de carácter institucional y por supuesto los principios morales, sino también la labor del sistema de justicia que en uno y otro caso deja mucho qué desear. Con tal de aferrarse al cargo para seguir obteniendo beneficios particulares, el rector y el director de las referidas instituciones educativas, han hecho tabla rasa de todos esos principios y valores, cumpliéndose aquello de que el mal ejemplo termina por imponerse.
Por un lado, y como ya es hasta vergonzoso tener que repetirlo, con la mayor desfachatez el rector de la universidad San Pedro ha ordenado no solo a los alumnos de esta casa de estudios sino también a los del colegio particular Señor de la Vida, que todos los pagos por concepto de pensiones y certificados de estudio, se depositen a una cuenta bancaria abierta a su nombre. ¿No son acaso la universidad San Pedro y el colegio Señor de la Vida, dos personas jurídicas que de ninguna manera pueden funcionar como persona natural?.
Por otro lado, el restituido director del colegio estatal Inmaculada de la Merced viene cobrando desde hace diez años -también a través de una cuenta bancaria abierta a su nombre- el pago de alquiler de una antena de telefonía instalada al interior del plantel. ¿No es eso peculado de uso en agravio del estado?. Sin embargo, no obstante haber sido destituido del cargo por hallársele responsable de otras irregularidades, el Poder Judicial lo ha premiado otorgando a su favor un recurso de amparo que le permite mantenerse en el cargo como si nada estuviera pasando.
Después de haber sido una de las principales universidades del Perú, la primera en abrir en Chimbote una facultad de medicina humana acreditada con todas las de la ley, y después de haber contado con más de veinte mil alumnos y ocho filiales en todo el país, hoy la universidad San Pedro es la otra cara de la medalla. Después de tan solo treintaiséis años de existencia, la casa de estudios está a la espera de cerrar sus puertas para siempre en los próximos meses; ello como resultado de no haber logrado su licenciamiento precisamente debido al irregular manejo económico y académico del que ha sido escenario en los últimos veinte años. Así se destruye la educación superior en Chimbote.
Desde luego, es imposible esperar que lo mismo ocurra con el emblemático colegio Inmaculada de la Merced, que acaba de cumplir 68 años al servicio de la educación; pero no por eso se debe aceptar que el causante de todas las irregularidades se mantenga al frente de la institución.
Nos preguntamos si ante estos hechos que son una afrenta contra la educación y las leyes ¿el rector de la universidad San Pedro y el director del colegio Inmaculada, podrán hablar de honestidad a sus alumnos?.